33.- El casi beso

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Los días pasan y las cosas se tranquilizan un poco. No puedo decir que las cosas vuelven a retomar el curso que tenían antes, pero si puedo decir que el cauce que tienen las cosas ahora es... aceptable, por decirlo de alguna manera. 

En primer lugar, como Abby ahora está con Max y él es mi amigo, ella está siendo mucho más amigable. No me ha gritado ni hecho comentarios innecesariamente molestos por algunas semanas así que todo está muy bien con eso. Me gusta que estén juntos. Hacen una linda y extraña pareja. Max hace que Abby vea las cosas un poco más brillantes, lo noto en su mirada. Mi amigo está enamorado. Comienzo a pensar que nunca lo estuvo de mí, que yo solo le gustaba o no era más que un capricho. Abby es de la que de verdad está enamorado, de eso no hay duda.

En segundo lugar, Camila tampoco está siendo desagradable. La veo un poco decaída y eso no me agrada porque a pesar de todo lo que ha pasado entre nosotras y de lo molesta que ella está conmigo, la quiero mucho. Tengo muy buenos recuerdos con ella. Normalmente se sienta con Kelsey y no hablan en todo el día o al menos eso es lo que yo noto. Mi amiga divertida, infantil y que ve todo de color de rosas ha desaparecido. 

En tercer lugar, las cosas con Jake están tranquilas. Somos buenos amigos y nos comportamos como siempre lo hemos hecho. De vez en cuando nos divertimos coqueteando el uno con el otro, pero todo como broma. No ha vuelto a besarme y se lo agradezco porque la tranquilidad que estoy viviendo ahora se vería perturbada por sus labios y eso no sería muy bueno. Desde un punto de vista, claro, porque del otro sería extremadamente bueno.

Los profesores se han calmado un poco con los exámenes. Hubo una semana en la que me quede hasta las tres de la mañana estudiando casi todos los días y eso que a mí no me gusta estudiar y normalmente no lo hago. Me gustaría mantener las buenas calificaciones que tengo, para variar, pero como no tenemos nada programado, me quedo a los entrenamientos de fútbol de Jake, Chris y Nate. 

Hoy es uno de los días en que los chicos entrenan así que me siento tranquilamente en las gradas, saco un paquete de dulces que me compré en el negocio del instituto y comienzo a ver el espectáculo de chicos lindos corriendo detrás de un balón.

Si, no tengo ningún panorama mejor.

Me doy cuenta que Jake y Chris están entrenando en un lado de la cancha y Nate en el otro. Supongo que Nate aun no tiene las notas suficientes como para volver a ser titular.

Justo en ese momento, entra a la cancha el papá de Jake, mi tío Cameron. Digo tío porque es como si lo fuera, pero en verdad es solo un amigo de la familia. Todos nosotros somos una gran y enredada familia.

Mi tío Cam habla con el entrenador y parece que lo que le dice es una buena noticia para el entrenador porque ahora tiene una sonrisa muy grande.

-¡Smith!- grita el entrenador y Nate se acerca a él- Felicitaciones, tus calificaciones subieron. Vuelves a ser titular.

-¿Es en serio?- pregunta Nate con un brillo especial en sus ojos.

-Claro que si, Smith. A la delantera con Lawrence, ¡ahora!

Siento unas pequeñas cosquillas en el estómago. Me gusta ver a Nate con ese brillo en sus ojos. Ahora que lo pienso, no es muy común que lo tenga... como si pocas cosas en la vida lo hicieran verdaderamente feliz. No hablo de estar riendo todo el día o de mantener una sonrisa en la cara a cada segundo, porque eso no demuestra la felicidad verdadera. Hablo de ese brillo que uno no puede evitar cuando se siente feliz o completo.

Si, la felicidad es eso. Al menos para mí. Ese brillo es la felicidad, no una sonrisa.

-Nathan se ve feliz- dice mi tío Cam que está sentado a mi lado. ¿Por qué nunca me doy cuenta cuando las personas llegan a mi lado? Debo ser la persona más distraída de este mundo- Hace algún tiempo que no lo veía feliz

El año final (SDLV #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora