17.- ¿Terminaron?

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Hay pocas cosas que me gusten más en esta vida que la comida. Lo sé, suena extraño, pero es que hay algunas comidas que son tan deliciosas. 

Por ejemplo, ahora mis padres están en casa y me trajeron de la cafetería del hospital una dona gigante de chocolate. Ellos dicen que lo trajeron de la cafetería, pero yo creo que la pasaron a comprar a otro lado. Es demasiado perfecta y deliciosa como para haber sido comprada en una simple cafetería de hospital.

-Querida dona, ¿quieres casarte conmigo?- digo en voz alta antes de darle un gran mordisco- Tomaré eso como un si.

-A veces creo que la persona más normal de esta familia es Logan- escucho que dice papá antes de entrar a mi habitación- Y eso que no es el chico más normal del mundo.

-Somos una familia de locos- le digo y él asiente- ¿Pasó algo? Volvieron muy temprano a casa hoy y me trajeron comida. 

-¿No podemos consentir a nuestra hija un poco?

-Si consentir incluye alimentarme, pueden hacerlo todo el tiempo y con la frecuencia que quieran.

Papá ríe, pero parece nostálgico. Eso es raro. Papá es una de las personas más alegres que he conocido. Tal vez esté cruzando por la crisis de los cuarenta. Debería comprarle una moto o un auto deportivo. ¿No es eso lo que hacen las personas cuando llegan a la crisis de los cuarenta?

Bueno, si tuviera dinero creo que se lo compraría, pero el del dinero es él junto con mamá. 

-Cam llamó- me dice y mi corazón por un minuto se congela.

-Juro que no he hecho nada de lo que él te dijo que hice- me defiendo de inmediato. Después recuerdo que no he hecho algo malo este último tiempo y frunzo el ceño- ¿Para qué te llamó?

-Subiste tus calificaciones- me dice papá y ahora soy capaz de respirar con tranquilidad-Te felicito, hija. Lograste superarte.

-Gracias, papá, pero no es gran cosa- digo antes de darle otra mascada a mi maravillosa dona- Solo son calificaciones.

Papá me sonríe. Parece orgulloso y eso me hace feliz. Supongo que nunca he querido admitirlo, pero siempre quise hacer sentir orgullosos a mis padres. ¿No es lo que todo hijo quiere? Pues parece que yo lo he logrado.

¡Otra mascada a mi dona para celebrar!

En ese instante mi celular comienza a sonar. Papá me da un beso en la cabeza y se va de mi habitación. Al menos mis padres siempre me han dado la privacidad que todo adolescente necesita. 

Veo el identificador de llamadas y es Cami. Es normal que ella me llame, somos mejores amigas y hablamos por teléfono cada vez que podemos. Lo raro es que me llame un sábado en la tarde. Se suponía que iba a ir a hablar con Chris.

Algo no me da muy buena espina sobre este asunto.

- Hola Camila, tu mejor amiga al habla- saludo con todo el entusiasmo del mundo.

Escucho sollozos del otro lado de la línea. Cierro los ojos y me preparo mentalmente para convertirme en la amiga consoladora que quiere matar a uno de sus mejores amigos por hacer llorar a su mejor amiga.

Que complicado se ha vuelto nuestro pequeño grupo de amigos.

-Cami, estoy aquí, ¿qué pasa?

-Christian terminó conmigo- dice ella como puede. 

-Voy para allá- y corto.

Oh no, no lo hizo. Le dije a Chris, apenas esos dos comenzaron a salir, que si le hacía daño a mi amiga se las iba a ver conmigo. 

El año final (SDLV #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora