III - En quiebra.

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—No llevo ni un día aquí y ya me estoy enterando de mil cosas. –Dijo la esbelta de cabello negro.

—Es porque todo aquello que debes descubrir comienza aquí. –Le respondió Daniel intentado tranquilizarla, pero ella sólo se veía peor.

—Muy bien, señor sabelotodo –Dijo sarcásticamente Rachel. -¿Cuál es tu teoría?

—No tengo una aún. Pero esto debe estar relacionado.

—Nadie te pidió que te metieras en nuestros asuntos. –Le dijo grosera.

—Rachel, él sólo está tratando de ayudar.

Miró mal a Rachel. –No te preocupes Joy, tu hermana tiene razón, yo solo estorbo. –Se alejó de Rachel, caminó hasta su habitación y se pudo escuchar el azote de su puerta.

Joy miró a su hermana.

—No me mires así. –Giró los ojos. –Tenía que decírselo.

— ¿Por qué? –Le dijo molesta. –Él no estaba haciendo nada malo, al contrario, se lo agradezco.

Bufó. — ¿Qué importa? –Dijo levantándose del sofá. –Mañana actuará como si nada, así es siempre. –Tomó otro vaso de agua. –Deberías dormir, ya es un poco tarde y mañana debo ir a ver a mamá para seguir averiguando esto. –Se llevó el vaso a la boca y dio un trago.

—Significa que al despertar voy a seguir aquí, ¿Verdad? –Preguntó desanimada.

—Mañana si me queda tiempo luego de visitar a mamá, seguiré estudiando mis libros, las partes que hablen sobre los viajes en el tiempo, te diré todo lo que necesites saber.

—Gracias.

—Te traeré una pijama, debe ser incomodo andar con ese lujoso vestido por toda la casa. –Dejó el vaso ya vacio en el lavaplatos. -¿Quieres dormir conmigo?

—Puedo dormir en la sala, no te preocupes.

—Bien, te traeré algo. –Caminó por un pasillo hasta su habitación, al poco rato salió con cobijas y ropa cómoda para su hermana. –Sé que mi ropa debe ser pasada de moda para ti, pero mientras puedes usarla.

—El estilo noventero regresa en el futuro, no te preocupes. –Sonrió.

Arregló como pudo el sofá con las cobijas que su hermana le había dado, y una vez con la ropa cómoda se dispuso a intentar dormir, pero le era inútil. Era duro asimilar el hecho de que había viajado al pasado y que las respuestas tenían que ver con su perfecta vida.

Daba vueltas y vueltas en el pequeño sofá del living sin poder conciliar el sueño. Es decir, ¿Como llevar el equilibrio cuando es más que obvio que su perfecto compromiso es una farsa?

Finalmente se levantó para buscar leche en el refrigerador.

Cerró el refrigerador luego de encontrar la leche, y cuando dio la media vuelta dio un pequeño brinco de susto.

— ¿Qué haces parado ahí? –Preguntó en reclamo poniendo una mano en su pecho acelerado. -¡Me asustaste!

Caminó hasta ella y prendió la luz de la cocina. —No podía dormir. –Tomó un vaso.

— ¿Quieres un poco de leche? –Dijo sirviéndose ella.

—Por favor.

—Lamento lo que dijo mi hermana. –Y le sirvió a él.

—Ella siempre es así. –Suspiró.

—Creí que eran buenos amigos.

— ¡Lo somos! –Bajó la mirada. –En realidad no sé qué pasa con ella, ha estado así en las últimas semanas, a veces es buena y de repente le da por tratarme mal. –Dio un trago a su vaso de leche.

El mismo cielo en una época diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora