XLV- ¿Daniel o Isaac?, ¿Isaac o Daniel?

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—¡Me asustaste! —exclamó Joy aterrorizada en cuanto entró a la cocina y lo primero que vio fue un Isaac en la barra— ¿Qué haces despierto tan temprano? —preguntó mas calmada.

—No he podido pegar un ojo en toda la noche. —respondió dando un sorbo a aquello que había en su taza favorita.

—Y menos si bebes café. —se acercó al refrigerador a tomar la leche. Comenzó a prepararse una malteada de chocolate.

—Ya amaneció, es demasiado tarde para ir a dormir. —talló sus ojos, en verdad lucía bastante cansado.

—Puedes dormir un rato, trabajas hasta la tarde. —dio un trago a su creación y mordió una galleta.

—No... hoy no trabajo. Tengo que ir por Erick, me toca verlo.

Joy sintió curiosidad por como sería su mejor amigo en su etapa de padre, después de todo ella sería madre también en cuestión de meses.

—Podrás conocerlo al fin. —sonrió pero por dentro no se sentía del todo bien. Al final Joy nunca le dio una respuesta esa noche.

—Claro, lo veré en cuanto regrese.

—Hazme un favor y come más que esa malteada y un par de galletas, estás embarazada Joy y debes alimentar muy bien a esa criatura. —la regañó.

Finalmente se levantó de la barra, caminó hasta ponerse frente a Joy e inesperadamente besó tiernamente su frente...

Oh, demonios.

Ninguno de los dos comprendía que estaba pasando. Por una parte, Isaac estaba tan desvelado que su insomnio lo hizo actuar estúpidamente y apenas se daba cuenta, y por otro a Joy se le colorearon de rojo las mejillas sin saber como reaccionar ante tal romántico acto.

El chico simplemente abandonó rápidamente la cocina y subió a su habitación, dejando a la chica prepararse un mejor desayuno antes de ir al trabajo. Después de eso, tomó su pequeña bolsa de mano y salió con dirección al restaurante, sin embargo lo primero que vio al salir de la casa fue el auto de su hermana y a ella bajando de él.

—Que bueno que te encuentro. ¿A dónde estás yendo? , ¿A tu boda? —comentó divertida esperando a que se acercaran más.

Mierda, la boda.

—No. No voy a casarme. Voy al trabajo.

—Sube. —le ordenó y la joven aceptó.

—¿Qué pasa? No estarás pensando en llevarme hasta Dauphin para casarme...

—No —suspiró—, ya sabía que no te casas. Me lo ha dicho Daniel.

Mierda.

—¿Hablaste con él?

—Si, se ha puesto muy mal después de verte... —la miró preocupada— sabe del hijo que esperas.

—Lo sé —mordió su labio nerviosa—. Lo dejé descubrirme apropósito. Pero huí antes de que me alcanzara.

—Ya me lo ha contado, el tipo está en crisis.

—Que bueno —respondió firma y decidida—. Ya no pienso soportar más, las pocas veces que le he visto me ha tratado muy mal, yo no merezco algo así. ¿Ahora quiere verme? Pues que se joda que no pienso verlo, y más vale que no le hayas dicho donde estoy.

—Tranquila, aunque me ha rogado no le he dicho donde estás. Tienes razón y respeto tus desiciones pero, al mismo tiempo me compadezco del pobre... —suspiró— por años fue una persona miserable y cuando mejor le estaba yendo en la vida fue tiempo de que regresaras.

El mismo cielo en una época diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora