XXVIII - Sin arrepentimientos

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—Debemos decírselo. 

Lauren ahora que sabía que llevaba un bebé en su vientre, ya no estaba muy segura de querer seguir fingiendo ser una simple secretaria, quería adueñarse del mundo y de todo, dejar de ser la otra y pasar a ser la mujer que traería al mundo a la niña que llevaría a su amante directo hacia el éxito.

—¿La dejarás desde ahora?

—No...—titubeó— Seguiremos con el plan, fue enseminación artificial.

—Entonces no. —dijo segura— Ya sabes cuales eran mis condiciones. —lo miró enojada— Y hasta que esa mujer no este fuera de esa casa, este bebé es sólo mío.

—Por favor, Lauren...

—¿Por favor que? —interrumpió— Ya lo habíamos acordado, ¿No? Ahora cumple.

—¡Bien, lo haré! —accedió un poco molesto— Pero primero hay que asegurarnos de que todo va bien con ese bebé. Termina temprano todo ese papeleo, iremos al médico después de la comida.



Y por la tarde los amantes se encontraban una vez más en la clínica, luego de el examen de sangre 5 días antes.

—Buenas tardes. —se dirigió Xavier a Daniel en recepción.

Daniel lo miró, si estaban ahí sólo significaba una cosa: bebé.

—Buenas tardes. —respondió nervioso.

—¿Se encuentra el doctor Lee?

—Claro, pero esta con una paciente, tardará un rato más. ¿Gusta esperar o hacer una cita para otro día?

—Esperaremos, gracias.

Y con una sonrisa se giró para sentarse junto a Lauren en la pequeña sala de espera.

—¿Por qué esperar? , ¿Por qué no sólo pasar con cualquier doctor? —se quejó como siempre.

—Por que él nos atendió la vez pasada, además me da buena espina, siento que lo he visto en alguna parte.

Claro, en el campus de la Universidad de sus hijos cuando recién ingresaron, sólo que no lo recuerdan.

Daniel no dejaba de verlos de reojo, por milésima vez creía que Lauren y Joy era idénticas, sólo que la madre desprendía cierto sentimiento de desconfianza e inseguridad, mientras que su hija radiaba felicidad.

Pasaron unos pocos minutos cuando el padre de Daniel salió para por fin atenderlos.

—Volvieron, eh. —les sonrió— ¿Tuvieron suerte? —refiriéndose al embarazo.

—Si. —Xavier dejo los papeles de la prueba de embarazo sobre el escritorio— Salió positivo.

—¡Felicidades! —les sonrió animado mientras veía también los resultados del análisis.

—Si, y queremos que ustedes se encargue de llevar el control del embarazo.

—Claro, eso sería genial. ¿Es su primer hijo?

—Si. —respondió Lauren.

—¿Qué edad tiene, señora?

Lauren se incomodó, como toda su vida había sido soltera, siempre era llamada señorita, pero la edad no le ayudaba tanto, ya había dejado de ser una joven.

—Treinta y cinco.

—Bueno, significa que este embarazo debe tener el doble de cuidados que un embarazo normal.

El mismo cielo en una época diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora