XLI - El reencuentro con Daniel.

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—Dan...

—Por Dios, eres... eres...

—Soy Joy—sonrió con lágrimas en los ojos—. Wow, te vez...

—Igual que antes. —Interrumpió hablando de como ella se veía.

Daniel estaba sorprendido, en verdad parecía que ni un sólo año pasó por encima de Joy, lucía exactamente a como la recordaba y a como la veía en sus sueños.

En cambio él si que había cambiado; ya no era más el mismo adolescente que era en los noventas, ahora era un hombre de verdad entrando a sus cuarenta. No es que se viera mal, de hecho estaba muy bien conservado, pero de algún modo se sentía avergonzado de no ser más el Daniel que ella conoció.

—Tú te vez bastante bien.

—Perdona, es que yo... no te esperaba.—dijo nervioso.

¿Disculpa?

—¿Eh? , pero... es cuatro de Octubre—sonrió con ganas de matarlo—, sabías que llegaría, bueno de echo, se suponía que tú ibas a buscarme. —lo miró un poco enojada.

—Joy...

No sabia como reaccionar, como responder... 

—¿No lo recordabas?

Daniel no respondió. Entró a su casa dejando la puerta abierta para que Joy entrara si quisiera. Y por supuesto que lo hizo y cerró la puerta a su paso.

—Joy, perdona. —dijo suspirando y llevando ambas manos a su cabello de manera nerviosa.

—¡Han pasado sólo dos días! —reclamó.

—¡No Joy! , ¡Fueron 20 años! —se defendió y tenía razón.

Lo miró. Enserio habían pasado veinte años... las arrugas en el rostro y los músculos marcados de Daniel lo confirmaban.

Joy ya sabía que él había renunciado a esperarla, pero tenía la ilusión de que todo fuera un mal juego de su hermana y que al volver a verse él regresaría a ella.

—¿Y que has echo durante estos veinte años entonces? —preguntó con miedo de lo que él pudiera responder.

—Cambié.

—¿Si? , ¿Cómo? , ¡Explicame! —exigió molesta tomando asiento en uno de los sofás de  Daniel sin sin preguntar.

—Joy, esto no es fácil para mi, ¡No te había visto en veinte años! —exclamó nervioso— Es como si estuviera viendo a un fantasma frente a mi.

—¿Soy un fantasma? , ¿Estas diciendo que no existo? —preguntó incluso más furiosa que antes.

—¡No! —suspiró— O'Donell, estoy tratando de explicarte, ¿Quieres tratar de poner de tu parte para entenderme?

Se escuchó a sí mismo y se estremeció. Hacía años que no pronunciaba el apellido de su amada.

—Dan... —lo miró con lágrimas en los ojos— ¡Miramos! Discutiendo como siempre, ¿Cómo puedes decir que me olvidaste?

—Nunca dije que te había olvidado—respondió mas calmado—. Es que aunque ya lo sabía, no estaba preparado para este día—la miró arrepentido—. Lo lamento.

—¿Me extrañaste?

—Si... —pronunció apenas.

—¿Me dirás que es lo que has hecho en estos años?

—¿Era una pregunta seria? —preguntó más tranquilo caminando al refrigerador de su cocina para sacar una lata de cerveza.

—Si. ¿Por qué ahora vives en  Lebanon? , ¿A que te dedicas? —preguntó como si no lo supiera ya.

El mismo cielo en una época diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora