XXI - La casa de las brujas.

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—Llevo tres meses aquí, me estoy hartando. —Chilló la pequeña mujer mientras hacia de copiloto.

—¿Dónde dejaste tú paciencia, Lauren?

—En Inglaterra, junto a mi verdadera vida.

—Tal vez deberías regresar allá entonces, supongo que estarías mejor, con toda la presión de los medios y ese apartamento mediocre donde solías vivir, ¿No?

—Vine porque creí que estaríamos juntos sin restricciones.

—Y así será, sólo aguanta unos meses más. ¿Acaso crees que tendrás un bebé en tres días? , si sabes que pasan en el vientre nueve meses, ¿No es así?

La amante giró los ojos ante el comentario sarcástico de Xavier.

—¿Y qué esperas para embarazarme?

—Tiempo, Lauren, la clave es el tiempo.







—No puedo creer que en verdad vaya a hacer esto. —Se dijo a si misma mientras esperaba el autobús.

Habían pasado unos pocos días desde la invitación a salir de Federic, era sábado, así que él y Rachel se dieron un descanso del trabajo para poder salir juntos en una "cita".

La rubia no lo quería, se negaba a pasar su valioso tiempo con ese irritable ser, pero quizá era la única forma en que conseguiría averiguar sobre su hermana.

El moreno arribó a la parada de autobuses montado sobre una motocicleta negra, una Yamaha Virago 1100 del año 1989; llevaba jeans de mezclilla color azul claro, camiseta blanca y casco negro.

—No puedo creer que este pasando mi fin de semana contigo.—Exclamó la rubia cuando Federic se quitó el casco.

—Me alegra que accedieras. Pensé que llegaría aquí y no te encontraría. —Sonrió de lado dejando ver su hoyuelo izquierdo.

—Créeme que por poco me largo cuando miré esa motocicleta. —Giró los ojos.

—¿La odias? —comentó burlón.—No tengo otro medio de transporte, así que tienes que subir. —Le dio tres palmaditas al restante de asiento detrás de él.

—Estas loco. —Lo miró enojada—Ya accedí a salir contigo.

—¿Qué esperabas? , ¿Una escoba voladora? —rió.

—No subiré. —Dijo con firmeza.

—Entonces quédate ahí, me iré solo a la casa de las brujas.



Rachel dio un largo suspiro y subió a la motocicleta con cara de repulsión, le aterraban esas cosas, más que nada por la gran velocidad a la que suelen ir; sin embargo no tenía de otra, o subía y conocía al hijo del autor del libro, o se quedaba con la duda por quien sabe cuanto tiempo más, quizá siempre.

—Pontelo. —Le ordenó entregándole el casco que tenía puesto antes.

Se lo colocó y Federic comenzó a conducir. Las manos de Rachel no querían pero tuvieron que sujetarse del torso de su compañero de trabajo y se aferraban más a él cuando sentía que la velocidad aumentaba y en cualquier momento podía morir.

Fue un viaje de alrededor 1 hora o un poco más, habían salido de la ciudad y estaban en un pequeño pueblo; era rural, sin edificios enormes, había mucho campo, casas muy separadas la una de la otra y no veía ningún automóvil por ningún lado.

No muy lejos de la entrada del pueblo tomaron un pequeño sendero, apenas se iban adentrando al lugar y se podían ver los altos árboles que empezaban a tener hojas verdes de nuevo anunciando el casi inició de primavera, cuando Rachel visualizó a lo lejos una enorme casa muy rústica, rodeada de diferentes tipos de árboles, y dos autos que definitivamente si lucían de la década.

El mismo cielo en una época diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora