—Basta Trevor, debes ir a la cama. —Le insistió por milésima vez al pequeño.
—No quiero —respondió mientras saltaba sobre su cama —, mamá y papá no están así que puedo hacer lo que yo quiera.
—No sé quien te dijo eso, pero es mentira, debes dormir. —Dijo entre dientes intentando tomarlo para que dejara de brincotear por toda la cama.
—Me lo dijo Federic.
—¿Quién?
—El chofer —se dejo caer en la cama—, en la mañana me dijo eso.
—Pues ese tal Federic no es tu papá, y a mi tus padres me dieron la indicación de mandarte a la cama temprano.
—Me dormiré. —comenzó a jalar las cobijas para poder meterse en ellas— Pero sólo porque yo quiero, no porque tú me obligues.
—Correcto. —Suspiró. Estaba cansada.
—Tengo algo para ti, Rachel. —Ya acostado estiró un poco su mano y de la mesita de noche que se encontraba a un lado de su cama saco dos sobres—Son las invitaciones para mi fiesta de cumpleaños el próximo sábado, yo mismo las hice.
—Son lindas trevor. —Le sonrió mientras acomodaba el desastre que había hecho en la cama al saltar.
—Si. Una es para ti, y la otra es para Federic, ¿Podrías dársela? —le entregó ambos sobres.
—¿El chofer? , ni siquiera lo conozco.
—Él a ti si, es alto, moreno, tiene pinta de ser un buen sujeto. Y lo quiero en mi fiesta.
—¿Cómo un niño de cuatro años puede ser tan inteligente? —Sonrió.
—Pronto tendré cinco.
—Claro, Trevor. Descansa.
Apagó las luces de la habitación color azul del niño y dejó la puerta entreabierta. Caminó por un largo pasillo color vainilla que iba en diferentes direcciones, la habitación de los Black, el cuarto para huéspedes, el cuarto de juegos de Trevor, el baño para visitas, y más habitaciones sin usar, pero ella se dirigió hacia las escaleras para ir a la planta baja.
Los Black habían ido a una cena importante —a la cual se suponía sus padres también iban a ir— y si no fuera porque tenía que cuidar al hiperactivo de Trevor, ella estaría ahí también enterándose quizá de algunas cosas importantes.
Caminó hacía la cocina para servirse un café, debía aguantar un poco más despierta, al entrar estaba parado frente a la nevera un hombre con traje.
Carraspeó intentando llamar la atención del sujeto, no era que estuviese asustada de ver a alguien a esas horas en la residencia Black, ahí entraba gente todo el tiempo.
El tipo volteo. Era alto, con una musculatura muy visible, piel morena, ojos avellana, sostenía un vaso con jugo.
—¿Y tú eres?
—¿No me conoces?—sonrió de lado—No te juzgo, sólo tienes un par de semanas aquí, soy Federic.
—Ah, ¿El chofer?
—Si, algo así.—Dio un sorbo a su jugo—Sólo cuando el señor Black no quiere conducir soy el chofer. Hoy por ejemplo no lo soy.
—Ah. —Respondió sin darle importancia y pasó a servirse un poco de agua en un vaso de cristal. Adiós café.
—Me sorprendes, eres la niñera que más ha durado en esta casa.
—Eso dicen.—lo miró—Toma—le entregó la invitación hecha a mano de Trevor.
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El mismo cielo en una época diferente.
RomanceJoy O'Donell estaba viviendo un cuento de hadas con el hombre perfecto, Trevor Black, con quien llevaba tres años de romance. Estaban a sólo unos días de casarse y vivir felizmente juntos; pero la noche de ensayo para su futura boda... Joy desaparec...