Joy mejoraba, estaba teniendo un buen avance en cuanto a su salud, sus huesos rotos casi estaban sanos y se había recuperado de las hemorragias internas, pero todo el cuerpo aún le dolía.
Daniel había vuelto al trabajo, pero al estar en la misma clínica aprovechaba para ir a visitarla, no hablaban de otra cosa que no fuera su recuperación, el clima, la ya no tan rara desaparición de Rachel o la mala comida del hospital, no tocaban el tema de su "relación". Todo olvidado como siempre.
—¿Cómo sigue? —preguntó Charles a Daniel.
—¿Joy? Bien, gracias. —le respondió a su padre quien seguía pagando los tratamientos de Joy sin razón más que su hijo.
—¿Ahora si me dirás que tipo de relación tienen?
—¿Cómo? —rió nervioso— No hay ninguna relación, sólo somos amigos.
—Vamos hijo, no te había visto llorar tanto desde que murió tu madre. Esa chica es especial, ¿No me lo dirás?
¿Con que derecho me pregunta eso? Pensó enojado.
—Es complicado. Es todo. —el teléfono sonó— Debo atender, disculpa.
No mintió después de todo, claro que era complicado, un día eran algo y al otro no.
Pero Charles no se fue, espero hasta que su hijo terminara con esa llamada para seguir...
—Creo que la darán de alta pronto. Escuché que mejoró.
—Si, pero no creo que la dejen salir tan pronto, a menos que...
—Lo siento. —se refería a que no podía pagar más y como Daniel no le daba ninguna explicación de quien era Joy, mucho menos lo haría.
—No hay problema. —dijo firme— Igual creo que ya esta mejor. Gracias, en cualquier momento que pueda yo te pagaré.
—No quiero dinero. —y regresó a su consultorio.
—Muy bien, tú puedes... —Daniel ayudaba a subir los últimos escalones del edificio a Joy.
—Gracias. —una vez que lograron subir todas las escaleras caminaron juntos hasta el apartamento y entraron. —Wow, al fin aquí, pensé que nunca volvería.
—Bienvenida a casa. —sonrió.
—Gracias. —Sonrió también y se sentó delicadamente en el sofá, su costilla era lo que más le molestaba además de seguir con una mano vendada luego de ya bastantes semanas.
—No olvides tomar tus pastillas para el dolor. —le habló desde la cocina donde preparaba sandwiches para dos.
—Recién tome una, pero esta costilla no deja de doler. —se quejó— ¿Has sabido de Rachel?
—Nada de nada.
—Necesito saber de mi madre, ¿Dónde rayo se metió?
—Debe estar bien, no te preocupes.
—Dan... —lo miró desde el sofá— Ahora que estoy en casa, que estamos juntos de nuevo, tranquilos, a solas, ¿Podemos hablar?
Daniel sintió un golpe en el pecho.
—¿Sobre que? —se hizo el desentendido.
—Tu y yo. —suspiró fastidiada— Antes del accidente estábamos muy bien, y cuando esto me ocurrió pareciera que te olvidaste de todo.
—No lo olvide Joy, sólo quiero dejarte descansar de todo el drama que te produzco.
—¿Drama? —soltó una carcajada sarcástica— Claro, como lo dramático que fue despertar escuchando que me amas. —le gritó.
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El mismo cielo en una época diferente.
RomanceJoy O'Donell estaba viviendo un cuento de hadas con el hombre perfecto, Trevor Black, con quien llevaba tres años de romance. Estaban a sólo unos días de casarse y vivir felizmente juntos; pero la noche de ensayo para su futura boda... Joy desaparec...