XXIX - El accidente.

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El despertador sonó, era hora de ir a trabajar. Busco en la mesa de noche sus gafas y sin mirarse en el espejo, sin acomodarse el desordenado cabello y mucho menos sin cambiarse de ropa salió de su habitación y caminó estirandose hasta la cocina.

Joy ya estaba ahí, de espaldas cocinando huevos, y lo mejor de todo... estaba en ropa interior. Justo como en la noche anterior.

Daniel se sorprendió un poco, pero ahora que iban a hacer eso de no quedarse con las ganas de nada y cero arrepentimientos, eso era un buen paso, uno muy excitante.

—Buenos días. —Le dijo muy cerca de oído posando sus manos sobre sus hombros.

—Hey. —se giró para verlo y le sonrió.

—Cuidado con esa estufa. —bromeó—¿Cómo esta tu tobillo? —se dirigió al refrigerador y sacó el cartón de jugo de naranja.

—Duele un poco, pero todo bien. Terminaré con nuestro desayuno, y tomaré una ducha para limpiar un poco mi piel, después iré a Lancaster con Rachel.

—Me parece bien. —sirvió jugo para ambos en la mesa.

—¿Cómo dormiste anoche? —preguntó esperando una buena respuesta.

—Lo normal, me hiciste falta. —confesó— Me quede con esa idea de que debimos dormir juntos, ¿Tú no?

—¿Dormir, en plan cerrar los ojos? , ¿O dormir en plan...?

—¡Cerrar los ojos, O'Donell! —la interrumpió con un volumen de voz alto y un poco avergonzado.

Joy río y prosiguió a servir el desayuno para los dos.

—Si bueno, pude haberme quedado, pero, tú sabes. —lo miró. Se refería a su erección.

—Sólo olvídalo. —se sonrojó un poco.

Hablaron de cosas sin importancia como lo aburrido que era trabajar en recepción porque no podía burlarse de los coloridos accesorios que Helen llevaba al trabajo. Y luego de una charla normal, terminaron su desayuno y se levantaron de la mesa.

—Voy a ducharme. —anunció Daniel.

—¿Quieres que nos duchemos juntos? —preguntó mordiendo su labio inferior tratando de lucir provocativa.

—¿Qué? —sus mejillas se pusieron rojas otra vez. Joy rió a carcajadas.

—Solo bromeaba. Rápido, también debo ducharme.

Cada quien tomó su turno en la ducha e hizo lo propio en su habitación, casi salieron al mismo tiempo de alistarse.

Joy estaba tomando agua en la cocina, llevaba unos jeans azules y una playera un poco pegada de los Looney Toons, cuando vio salir a Daniel con su linda ropa de trabajo, y llevaba gafas.

—¿Y eso? —señaló los anteojos.

—Creo que me hacen ver más profesional en el trabajo. —Sonrió. Dios, era hermoso.

—Claro que si. —rió— Te ves... bien.

—¿Ya te vas?

—Algo así, estaba esperando a que salieras.

Ambos dejaron el apartamento, bajaron las escaleras juntos bromeando de nuevo sobre la pobre Helen que ahora lidiaba con un chico nuevo en la farmacia.

—¿Quieres que te lleve hasta la clínica?

—No. Vamos para direcciones contrarias y no quiero atrasarte más, mejor apresurate, quiero que llegues temprano, iremos a cenar a un sitio nuevo en la ciudad.

El mismo cielo en una época diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora