15.Loco, ¿de que?.

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YAREL POV.

No me he levantado con lo que se puede llamar estrictamente buen pie. Para darle más gracia al asunto, bajo por el lado izquierdo de la cama, que es donde dormí, y al apoyar primero el pie izquierdo este se retuerce y me duele muchísimo. Para mejorar el despertar, Daniela se lleva a Dárian al colegio, del que yo no sé absolutamente nada y del que no hemos hablado.

Ella sale corriendo, ya que aún tiene trabajo acumulado, lo vi sobre su mesa ayer antes de irme.

Después de tomarme un café bien cargado hecho en su cocina. Se me ocurre abrir una cajita pequeña que hay encima de la mesa del salón, y dentro hay solo una nota pequeña.

"Para la mujer más bella que he visto en este mundo, la cual se merece todo. Con amor. Adrian."

¿Tiene novio?. No me molesto en resolverme la duda. No hay fotos juntos, y viviría con él. Será uno más de la supuesta lista que tiene según mi padre. Sus palabras textuales fueron; "
«Muchos pasan, pocos se quedan». Cuando llego al despacho me dicen que tenemos una reunión a las cuatro. Mi padre le advierte a Daniela sobre dicha reunión.

Cuando estamos todos sentados ya alrededor de la gran mesa de cerezo, Daniela entra por la puerta. Se sienta al otro lado de la mesa junto a mi padre. Se pasa la hora dibujando algo en su cuaderno mientras se muerde el labio y mirándome a los ojos de vez en cuando, pero yo soy incapaz de apartar la mirada de los suyos. Lleva una falda de tubo gris ceñida a su figura y una blusa blanca. Noto como varios hombres la miran, y se colocan su miembro por debajo de la mesa de una manera pésima y poco disimulada, somos casi treinta hombres y ni una sola mujer, excepto ella. Daniela empieza a morder el tapón del bolígrafo azul. Me imagino esos labios alrededor de mi miembro y este pide atención, estaba suficientemente hinchado solo con verla morderse el labio, ahora mismo el botón de los pantalones está al borde de salir volando y la cremallera de abrirse. No entiendo nada de lo que hemos estado hablando, ya que lo único que me interesa en esta habitación, es a quien, irónicamente, más lejos tengo.

Mientras me pienso si ir o no ir a hablar con Daniela a su despacho, veo por las cámaras de seguridad a un hombre con un ramo de rosas rojas. Espero que sea el de la floristería, pero con ese traje no creo que sea así. Se mete en el despacho de Daniela y cinco minutos después sale, con una sonrisa de tonto increíble. Ese debe de ser Adrian.

No sé porque me entran unas ganas posesivas de ir y echarla la bronca del siglo. Voy pero no la digo nada sobre mis... ¿celos?, no creo. Media hora después mi hijo aparece por la puerta de su mano. A las siete veo cómo se va.

Quedo a cenar con toda la intención del mundo de encontrarme a Daniela en algún restaurante. Mi acompañante es Sabrina, mi inferior, y por lo que sé, alguien que le cae pésimamente a Daniela. Cuando ya he perdido toda esperanza de verla esta noche, aparece por la puerta el chico moreno de esta mañana, Adrian, y a su lado Daniela, con un precioso vestido y sonriéndole. Me arden las venas. Ella no me ha visto, pero yo a ella si, y la observo durante toda la cena. Es una mujer demasiado sencilla para mí, pero tiene algo que me está volviendo constantemente loco, algo que me atrae como un jodido imán.

Ella se levanta y va al baño. Sabrina casualmente hace lo mismo, ya no me hace falta hacerme ver. Cuando ella sale del baño sus ojos se cruzan con los míos, noto decepción, pero no odio o ira. Eso me hace sentirme terriblemente mal, y no sé por qué.

Cuando terminamos de cenar según salimos, veo como el aparcacoches entrega un coche a Adrian. Daniela me ve y aparta la mirada.

Sabrina se me insinúa camino a su casa. Tendrá alrededor de unos cuarenta años, es divorciada y no tengo ningún interés en ella. Ahora mismo solo anhelo unas caricias, y no son las suyas. Cuando llego a casa de mi padre Dárian viene a mi habitación llorando.

¡No! Es mio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora