32. Quédate.

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DANIELA POV.

Después de unos segundos que se me hacen eternos y escuchando la velocidad de los latidos de mi corazón, que parece que va a coger la maleta y se va a ir de mi pecho, Yarel se moja los labios.

-¿Y qué quieres saber?.

Eso era lo último que me esperaba, pensaba que entraría en cólera o cualquier otra cosa por ese estilo, que es el suyo.

-Planes de futuro.

Me sostiene la mirada y suspira. No le agrada hablar de ello, pero es de lo que tenemos que hablar.

-Una casa grande, a la que pueda llamar hogar. Uno o dos animales. Una preciosa mujer, que ya he encontrado...

Se queda pensativo, y en cuestión de segundos me doy cuenta de que es lo que piensa. No sabe como decirlo, aunque ya lo haya hecho muchas veces casi inconscientemente.

-¿Y niños?.- Pregunto yo para ayudarlo.

-Ya tengo uno, y no lo quiero. No me gustan los niños, roban tiempo, deforman el cuerpo de mi mujer, necesitan atenciones, necesitan ayuda...

-Tu fuiste uno.

-Y por eso mismo no quiero tener ninguno.

-¿Y mi opinión no cuenta, Yarel?.

-Vale, tú ganas. Pero dejemos este tema para dentro de mucho tiempo, cuanto más, mejor.

Me lo quedo mirando y pienso: «Pues ahora mismo yo creo que sería el mejor tema a tratar». Pero decido callarme, a veces la vida te manda carteles neón de: «Este no es el momento, no quieras iniciar una guerra muy mala y que posiblemente pierdas.»

-¿Y tú qué?.- Pregunta con el ceño fruncido.

-Tener dinero, me refiero a trabajo estable, o poder ganarlo de alguna manera. Alguna mascota, número indefinido, porque si por mí fuera hasta adoptaría un elefante. Una pequeña casa, con mi actual apartamento me valdría, aunque con animales es mejor tener espacios abiertos. Uno o dos niños, y ser feliz, eso es lo que más me importa.

-¿No piensas tener un hombre en tu vida?.- Sus ojos están a punto de salirse de sus órbitas.

-Creo que no es algo totalmente necesario, puedo prescindir de ello. Si aparece el adecuado, me plantearía tener un «compañero de viaje», para esta vida.

Me mira y se que por dentro piensa «Me estás vacilando con todas las de la ley». Cosa que para que mentir, es totalmente verdad. Sino fuera por su carácter, y su teoría de no querer tener hijos, «cuando ya hasta tiene el segundo en camino» dice mi voz interior, sería un buen compañero de vida.

-Tu manera de pensar, en ocasiones me abruma y aterra, Daniela. Por ahora necesito una ducha. Si quieres puedes hacerlo conmigo, sino, aquí tienes una ducha y detrás de la puerta toallas y un albornoz.

Sopeso la idea, aunque hayan pasado tantos días, estoy muy segura que mi dios griego personal no ha perdido ni un gramo de esa mascunilidad, ese olor que desprende que hace esfumarse mi cordura y esa manera de hacer olvidarme de mis principios. Con lo cual, escuchando la voz de mi cabeza, esa que sale muy de vez en cuando diciendo alguna cosa lógica, decido ducharme sola.

-Prefiero sola, llevo muchos días sin poderme dar una ducha en condiciones.- Veo como el azul eléctrico de sus ojos empieza a convertirse en piedra.

No lo enfurece que no quiera ducharme con el, sino que lo decepciona.

Decido pasar de la ducha, y escojo la bañera. Este hombre tiene de todo en casa, bueno, en esta pequeña mansión. Lleno la bañera con agua caliente, encuentro un champú de frutas del bosque y otro de limón, opto por el primero, encuentro otro jabón para el cuerpo con leche de coco, coloco los dos botes en el borde de esta. Segundos después me meto poco a poco hasta quedarme casi dormida entre el agua caliente, un minutos después escucho unos golpes en la puerta.

¡No! Es mio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora