Es viernes, me levanto feliz de saber que voy a poder estar dos días sin luchar con Yarel, ya que espero no tener que verlo en todo el bendito fin de semana. Y que después solo me quedaran cinco días más de lidiar con el.
Pero la felicidad se me va esfumando poco a poco con el maldito tráfico de Madrid en un día de lluvia como hoy, una hora después de haber salido de casa, llego a la oficina. En el ascensor mi mal humor solo va en aumento como la lava volcánica por dentro del volcán a punto de tener una erupción. En la quinta planta entra Rocío, la mejor chismosa de todas, y por una vez en mi vida, me interesa lo que dice y pong la oreja para saber lo que habla.-Según me ha contado Alicia, anoche la invitó a cenar a un restaurante nuevo muy lujoso que han abierto a las afueras.- Escucho decir a Rocío.
Hago memoria, me doy cuenta que la mujer que anoche acompañaba a Yarel, era Alicia. La secretaria que no pega un palo al agua, no una modelo como creí, pero se había maquillado hasta los dientes y parte del alma.
-Luego espero que nos cuente como es ese Dios Vikingo en la cama.- Dice haciendo un gesto bastante cómico paseando su mano por el cuerpo de otra, que a su vez responde.
-Será una bestia, estoy segura.- Todas ríen a coro como un grupo de hienas en mitad de la sabana y no en un ascensor en la empresa en la que trabajan. Yo no le encuentro la gracia por ninguna parte, pero mantengo la boca cerrada porque no quiero ningún tipo de trifulca hoy, estoy demasiado caliente como para ponerme ha razonar con semejantes petardas.
Carraspeo para que se den cuenta de mi presencia, pero no consigo muchos resultados que digamos. Mi cabreo sigue en aumento cuando llego a mi despacho y me doy cuenta de que Yarel no está en el suyo, llega a su tope cuando me percato de que Alicia tampoco está en el suyo. Más tarde Alícia llega con una hora de retraso. Aprovecho para entrar en la habitación archivo que hay en el despacho de Ulrik y meter unos cuantos documentos en sus respectivas fases, Yarel no aparece cuando he terminado y es todo un alivio. Para mejorar mi día nada más encender el ordenador, una metralla de mensajes llegan a mi bandeja de entrada, casi cien, y de todo tipo, cuando yo solamente me debo encargar de la mitad. Cuarto de hora después de la llegada de toda la metralla, Sabrina entra por la puerta de mi despacho.
-Quiero tus últimos diez mensajes dentro de media hora como máximo.- Dice casi gritando mientras me mira con asco, y cuando parece que va a salir por la puerta tal y como ha entrado, vuelve a mirarme.- ¡Ah!. Consígueme cita en mi peluquería para dentro de una hora, tu amiguito Juanma podrá decirte cual es.-Después de escuchar perpleja todo lo que ha dicho en cuestión de cinco cinco segundos, mi cerebro funciona de nuevo. Ella aún no ha salido por la puerta. ¡¿Por qué no la cierro siempre con su magnífico tranco?!.
-¿Perdona?.- Sonríe y me mira con superioridad.
-Es tu trabajo, maldita secretariucha. Ya no tienes poder, Ulrik se ha ido, y su hijo, te odia.-Con esto se da la vuelta y cierra con un portazo que debe de sonar en todas las plantas que hay por debajo .
En mi cabeza solo se repite una sola cosa «y su hijo, te odia». una y otra vez, como si fuera una canción en constante repetición y sin poder apretar el botón de pausa, un disco rayado que no para de quedarse en el mismo lugar.
Juanma se ocupa de buscar y conseguir la cita con la peluquería y el mismo llama a Sabrina, porque como lo haga yo, no me hago responsable de los resultados que pueda tener la llamada. Media hora después sólo tengo clasificados con su correspondiente resumen siete de los diez mensajes, se los mando a Sabrina. Un minuto después está entrando por la puerta de mi despacho echando humo.
-Te dije los diez primeros, no los siete.- Si ella está cabreada, yo lo estoy mucho más, pero no lo pago con ella, por muchas ganas que tenga.
-No me ha dado tiempo.- Según mi padre la tranquilidad es la mejor respuesta, aunque yo no la use muy a menudo. Creo que es el día de seguir su consejo e intentarlo por unos segundos aunque sea.
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¡No! Es mio.
Storie d'amoreDesde que era pequeña siempre he querido tener unos pequeños pies corriendo por casa, el problema es que jamás he encontrado con quien hacer eso. Hace unos meses decidí que fuera así, pero sin necesidad de tener que hacerlo con alguien, criaría esos...