DANIELA POV.
-Tu problema Yarel, es que no sabes ni con quién prefieres amanecer.- Solo me hace falta echar humo por las orejas para que realmente comprenda la idiotez que ha soltado por esa boca que tiene.
En ese momento nos informan de que el avión está apunto de aterrizar y tenemos que acudir a nuestros asientos para poder tomar tierra de manera segura. Salgo antes que Yarel por la puerta de la habitación, llego a mi sillón y me pongo el cinturón. Mantengo la mirada en un solo punto delante de mi, noto que Yarel me está mirando, es como si me abrasara la piel.¿Porque bendito cable mal cruzado he decidido aceptar venir con él a París?. Meta para este año; no volver a beber en exceso para que no se me nuble la razón y acepte cosas como esta. Recordatorio: cumplirla.
Cuando tomamos tierra soy la primera en salir por la puerta en cuanto se abre cual toro de miura, no creo que nadie tenga las agallas de pararme. Veo como Yarel baja cabreado detrás de mí.
-¿Qué crees que haces?.- Dice cuando camino por toda la pista de aterrizaje intentando buscar una salida para alejarme de el lo antes posible.
-Que te den Yarel Solberg.- Le espeto cuando me agarra del codo para que lo mire.
Veo como un Audi Q5 llega, Yarel sube en la parte de atrás, y meten nuestras maletas en el maletero. No me apetece en absoluto verle la cara, así que subo de copiloto junto al chofer.
-Señorita...- Dice el pobre hombre al ver donde me siento.
-Daniela Martínez, encantada.- Le tiendo la mano y el me la estrecha.
-Señorita Martínez, no creo que qué venga delante conmigo al Señor Solberg le guste.- Dice casi titubeando. Lo tiene que tener real miedo.
Me da pena que por mi culpa luego pueda tener una buena bronca con el hombre irracional que tengo sentado detrás mirando la pantalla de su teléfono.
-Me da igual lo que le guste o deje de gustar al Señor Solberg.- Digo alto y claro.
Veo por el retrovisor que un cristal tintado nos separa de Yarel ahora, el mismo ha debido de decidir subirlo. Muy inteligente.
-¿Usted es el chofer personal de Yarel?.- Asiente.
-Pero solo cuando viaja a Francia.
-¿Como te llamas?.-Le pregunto con una sonrisa amigable. No me gusta la gente seria.
-Dante.
-Curioso nombre, me encanta. ¿Tienes hijos?.
-Si señorita. Dos.
Me quedo pensando en el gran problema que tendría si me habría quedado embrazada del pedazo de cromañón que llevo detrás.
-Señorita Martínez, si no es entrometerme, ¿que relación tiene usted con el Señor Solberg?.- Dice cuando empieza a conducir el coche y salimos de la pista.
-Soy la secretaria de su padre, y por unos días el está al mando, y soy su secretaria. ¿Porque lo pregunta?.- Digo observando sus movimientos.
-Porque ninguna mujer con la que he visto al Señor Solberg es como usted, todas parecen compradas en la tienda de Barbie, pero de carne y hueso, y entablar una conversación con ellas es como hablar con un bebe, solo se preocupan por ellas, por agradar al señor y no despeinarse.- Dice mientras se le curvan las comisuras hacia arriba. Sin poderlo evitar, a mi también.
-Pues me decepciona decirle que soy todo lo contrario.- Le respondo casi muerta de risa.
Dante sonríe y me guiña un ojo.
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¡No! Es mio.
Roman d'amourDesde que era pequeña siempre he querido tener unos pequeños pies corriendo por casa, el problema es que jamás he encontrado con quien hacer eso. Hace unos meses decidí que fuera así, pero sin necesidad de tener que hacerlo con alguien, criaría esos...