22.¿Quieres jugar?.

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DANIELA POV.

Cojo la lista que me da Ulrik y voy llamando a todas las mujeres que están apuntadas. Somos unas 10. La cosa consiste en que, los hombres, y también mujeres en caso de querer, tienen que pujar por pasar un día entero con nosotras, incluida la noche, las veinticuatro horas del día y todo el dinero que den será donado a la causa. En ello no entra sexo si la persona que sea ofrecido no quiere tenerlo con quien ha pujado con por ella. Es una manera de demostrar que se pueden estar veinticuatro horas una mujer sin necesidad de sexo, y de que, no solamente estamos hechas para ellos, y para tener hijos, cocinar, y cuidar la casa. Somos otra persona más con la que se puede estar por unas horas, no somos un objeto a su merced.

Mirella y yo somos las últimas pujas, hasta ahora el máximo han sido dos millones de euros. Muchos hombres con los que he estado, y con los que me he negado a estar, no paran de mirarme y estoy cardiaca porque pujen más que Adrian. ¿Quién me manda conocer tantos millonarios?. Ulrik, el es el culpable de llevarme siempre con el allí donde tiene una reunión.

-De nombre Mirella. Años; veinticuatro. Rubia de metro sesenta y con conversación para rato. ¿Cuanto pujan?.- Digo sonriendo a Anker y girándome hacia una Mirella nerviosa.

Estoy totalmente segura de que Anker daría hasta todos los números de su cuenta, porque Mirella no termine en manos de ninguno de los presentes. Está enamorado de ella, y ella de él. Se podía ver desde la luna con un telescopio. Son una lapa y su roca.

-Doscientos mil euros.- Dice un amigo de Adrian que conocimos a la vez que a el.

Ocho pujas después estamos en los tres millones de euros por parte de un Francés.

-Cuatro millones.- Dice Anker levantando la mano con una enorme sonrisa con la que Mirella respira aliviada.

Con esa puja de Anker se cierra la subasta de Mirella. Sonrío, sabía que sería así. Mirella coge el micrófono, y me presenta.

-De nombre Daniela. Años: veinticuatro. Y sesenta y dos kilos de mala uva acumulada.- Dice mientras se carcajea apartándose el micrófono de la boca unos instantes.

Las primeras pujas no llegan al millón y son de hombres con una edad algo avanzada, a algunos los conozco.

-Un millón.- Oigo decir por el lateral derecho de la sala.

Sigo la voz y encuentro los ojos de Ian. Miro alarmada a Ulrik y Adrian.

-Millón y medio.- Dice Adrian levantando la mano casi al lado de mis padres en mitad de la sala.

Miro Adrian y sonrío, que nadie puje más. Pero posiblemente mi valor sea más de lo que yo creo.

-Dos millones.- Repute Ian.

Veo como Adrian se acerca a Ian y le susurra algo. ¿Qué tienen estos dos?.

-Dos millones y medio.- Levanta la mano Ulrik mientras también observa a Ian y Adrián. Cuando vuelvo a mirarle me esta mirando.

Veo como me sonríe, daría todo por mi, lo sé.

-Tres millones.- Dice alguien casi al lado de la tarima que nos eleva unos setenta centímetros más del suelo.

Giro la cabeza y me encuentro con los ojos grises de Jean, un francés con mucha labia con el que casi termino saliendo. Mi mirada alterna entre Adrian y Ulrik alarmada.

¡No! Es mio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora