9.Caerás en el olvido.

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DANIELA POV.

Esta mañana salí huyendo de Yarel cual cervatillo del cazador, aunque yo ya seré una de sus muchas piezas a la colección colgada en su pared de "conquistas".

-¿A ti te cierra la maleta?.- Me grita Mirella a través del teléfono.

-Pues me cierra un poco mal.- Siempre nos pasa la misma. Nueva ciudad. Nuevas tiendas. Y a compramos ropa como para no pasar frío ni en la Antártida.

Al final a ambas nos cierra la maleta, y comemos en un restaurante cercano. No dejo de dar vueltas a no volver a ver a Yarel. Es un engreído, egocéntrico, mandón, gruñón, pero tiene algo, que dios, no me deja pasar más de diez minutos sin recordarlo. Aparte de su gran y fascinante dote para conseguir que roce el cielo con los dedos.

-¿Vas a volver a ver a Anker?.- Mirella deja en paz a la albóndiga que lleva haciendo rodar por todo el plato media hora, levanta la cabeza y me mira con una sonrisa triste.

-Esta noche van a ir a despedirnos. Y Yarel tiene que viajar pronto a España, así que creo que le seguiré viendo hasta que nuestro regalo se note.- Sonrío y asiento. Sé que esto va a ir mal. Lo sé desde que en la noche de fin de año estaban tan juntos. El amor surte su efecto. Cupido lanza la flecha cuando menos te lo esperas.

-Ya pensaremos algo. ¿Okay?.- Mirella me mira y sonríe. Sé que está preocupada.

Cuando terminamos de comer vamos a dar nuestro último paseo por Copenhague. Cuando cae la noche nos encaminamos hacia el aeropuerto. Mientras esperamos saco mi cuaderno favorito y escribo algo en una hoja, la arranco y la doblo.

Cuando llegan nuestros hombres, Mirella y Anker vuelven a ser una lapa y su roca, aunque no estoy muy segura quien es quien. Yarel me mira fijamente mientras yo leo uno de los libros que me traje.

-¿Te gusta leer?.- Dice mientras se sienta a mi lado con las rodillas separadas y las manos entrelazas en el medio, dejando su cabeza a la altura de la mía.

-Sí.- Digo secamente.

-A mí también, pero no tengo tiempo casi para ello.- Levanto la cabeza y le miro a los ojos. Benditos ojos azules grisáceos.

-Aunque viviésemos mil años, no sería tiempo suficiente para leer todo lo que deseamos.- Bajo la cabeza y sigo leyendo.

-Mi madre decía que las personas también somos libros. También tenemos una historia que contar. Que forma parte de otras historias y así por la eternidad. Solo que algunas gustan más que otras, y algunas son más largas. Que quizás unas son más difíciles de entender que otras, y en algún momento encontrarás al libro que será tu favorito, el que leerás mil veces. A veces porque siempre te faltan partes de leer, comprender o saber, otras porque simplemente te fascina.- Voy a abrir la boca para responderle, pero nos llaman por megafonía.

Mirella ya con el segundo paquete de pañuelos en la mano, llorando a moco tendido se despide de Anker. No sé cuál es la velocidad a la que las hormonas de una embrazada cambian los estados de ánimo, ni cuando te empiezan a afectar, pero Mirella no suele ser así. Le doy dos besos a Anker y dos besos a Yarel. Le tiendo la mano y le doy la hoja dobla muchas veces que escribí antes.

Cuando montamos en el avión Mirella mira melancólica por la ventanilla. Si cuando tomábamos tierra hace unos días nos dicen lo que ha pasado, que en ese caso sería lo que pasaría, literalmente me reiría en su cara.

La primera hora de avión me dedico a escuchar música y ver una película hasta que caigo en los brazos de Morfeo.

YAREL POV.

"Nos volveremos a encontrar allí donde la vida nos quiera juntar."-Repite de nuevo.-
"Por cierto. Tienes una pajarita menos, un bóxer menos, y una camisa menos. Que te vaya bien gruñón."

Lo leí justo cuando su avión estaba empezando a despegar. Desde entonces lo he vuelto a leer mil veces más, la última, ahora, antes de quedarme como un idiota mirando al techo de mi habitación, como si tuviese la respuesta a lo que me quiere decir con esto escrita en el techo. ¿Espera que nos volvamos a ver?. Sonrío, no sé por qué, se ha llevado tres cosas mías, por lo menos sé que me recordará.

Cuando me despierto sigue siendo de noche, he tenido otra de mis miles de pesadillas. Miro la hora 06:00 am. Estamos a dos de enero.

Voy a mi despacho de la empresa y firmó todos los papeles que se me han acumulado estos días. Mi secretario me cuenta los avances y la subida que hemos tenido en banca. Yo y mi padre estamos podridos de dinero. Tenemos restaurantes, hoteles, y muchas empresas. que son de diferentes cosas.

La secretaria de mi inferior, que es el que se encarga de hacer las cosas cuando yo no estoy, ha sido despedida, y el también, por mantener relaciones. El primer punto de nuestra empresa es complacer, pero no sexualmente, jamás he estado con una empleada mía, sin excepciones. Y el segundo es prohibido relaciones entre los empleados, aunque algunas me dan igual, pero no esas tan cercanas a mí. Por esa razón yo no quiero tener secretaria jamás, mejor prevenir que curar.

El día tres por la noche mi padre llega a la ciudad.

-Buenas noches, hijo.-Dice cuando le voy a recoger al aeropuerto.

-Buenas noches, papá.-Le estrechó la mano. Nunca fui de dar besos.

-Llévame a casa. Mañana hablaremos sobre a lo que he venido aquí.- Acepto su petición, no tengo prisa.

Cuando le dejo en casa me voy a mi apartamento. No se me ocurre nada que me pueda contar.

Me despierto por el sonido de mi teléfono.

-¿Sí?.- Respondo con la voz muy grave.

-Buenos días hijo. Quiero que estés a las 10 en el despacho de la empresa.- Pongo los ojos en blanco. No me deja descansar ni en días de fiesta.

Son las 08:00 de la mañana. Me meto bajo la ducha, pero no me sirve de nada. De nuevo he vuelto a tener pesadillas. Cuando llego a mi despacho mi padre está sentado en mi silla.

-¿Qué me tienes que contar padre?.- El levanta una ceja y me sonríe.

-Siéntate Yarel.- Me siento y cojo un bolígrafo entre mis dedos.

-Me voy hijo, definitivamente.- Se me cae el bolígrafo de la impresión.

-¿A dónde?.- Nunca ha pensado dejar Dinamarca definitivamente.

-A Madrid. Ya sabes que llevo desde el intento de asesinato pasando mucho más tiempo allí. Y estas dos semanas prepararé todo para llevármelo allí. Y a eso he venido, a empezar a cambiar todo, y para decirte que durante mi ausencia tú tendrás que dirigir todo desde allí. Ya sé que España no te gusta mucho en general, así que los dos primeros días te acompañaré yo allí para que te adaptes.- Observo su expresión.

-Solo es por esas semanas. ¿No?.- Mi padre asiente y sonríe.

-Solo ese tiempo Yarel.- Asiento. Aceptó su petición.

Con suerte en esos días por un casual me encuentro a Ela. Si como dice ella, la vida tiene la necesidad de juntarnos.

¡No! Es mio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora