52.Lento.

22.8K 1.4K 232
                                    

Llevo desde el domingo dos de julio en una maldita condena continua. Mi día a día consiste en levantarme de la cama, desayunar, pasear por el jardín, ir a la revisión con Rodrigo Ramos o el otro chico que resulta llamarse, Mario Rodríguez. Después hacer la comida -aunque la verdad soy un poco desastre y muchas veces me toca pedir ayuda-. Recoger a Dárian de los talleres de verano que tiene junto a Daniel de diez de la mañana a una de la tarde, a lo cual lo lleva Yarel y lo recojo yo. Y por la tarde hacer compra a veces, aunque también casi nunca. Pasar la tarde con Dárian, y esperar a que a las diez de la noche Yarel entre por la puerta de la súper mansión, sino mientras tanto el hombre de mi vida es Zarpas Suaves, Enrik o Dárian, porque por ahora, no quiero salir sola a ninguna parte, y Enrik está todo el día haciéndome de chofer, y también de guarda espaldas.

Estamos a domingo dieciséis de julio, llevo casi más de dos meses sin sexo, y el adonis que me vuelve loca se ha negado a dármelo. Por lo menos ni lo intenta, evita casi el contacto dentro de nuestra cama, y siempre se levanta antes que yo.

-Cariño, vamos a la cama.- Encima de mi prominente vientre tengo un cuenco con helado de turrón artesanal que me compra Enrik cada dos días en una tienda que no me quiere decir, me he vuelto adicta a el en estas dos semanas desde que lo descubrí en el frigorífico un día mientras buscaba helados. En la tele tengo puesta una película de amor llamada El secreto de Adeline, amo esa película.

-Vale.- Estiro los brazos y Yarel me coge al estilo nupcial, aunque amaba cuando me cogía como un saco de patatas, a día de hoy es imposible poderme llevar así.

-Que sepas que estás mucho más guapa y más sexy embarazada.- Sonrío. ¿Me estará queriendo decir algo?.

Llegamos a nuestra habitación, que resulta ser la suya, ya que su cama es aún más enorme de lo que ya es en la que estuve de invitados.

-Eres preciosa.- Duermo casi prácticamente desnuda con un pequeño tanga de lencería y una camiseta de algodón de tirantes, la cual solo cambia de color o de estampado, necesito encontrarme cómoda y fresca, los pequeños cada día pesan más y me siento más fatigada y acalorada por las temperaturas tan altas que hay.

-Y tú el hombre más guapo y sexy que he esperado toda mi vida.- Alza las cejas y me mira burlón.

-¿Qué pretende señorita Martínez?.- Y ahí está la sonrisa de medio lado, los ojos eléctricos que tanto me encantan y la respiración que le hace mover cada uno de los músculos de su tórax.

-¿Nervioso Señor Solberg?.- Niega con la cabeza, se quita la camisa y los pantalones para cambiarlos por unos negros de algodón a modo de pijama.

-Expectante por saber que trama esa cabecita loca que tienes.- Se apoya en el marco de la puerta y cierra poco a poco.

Estoy en mitad de la enorme cama, el hombre que me vuelve loca está de pies observándome y siento una felicidad inmensa, aunque hay un uno por ciento de mi que aún piensa que esto no puede ser cierto, y que tantas cosas buenas, traerán algo malo consigo, muy malo y aterrador.

-No tramo nada.- Suspira, y coge aire. Se tumba a mi lado y yo empiezo hacerle cosquillas suaves por todo el torso hasta llegar a la v de su definido vientre.

-No bajes más...- Dice en tono ronco. Tiene los ojos cerrados pero los labios curvados en modo de una sonrisa juguetona.

-Una embarazada tiene que cubrir sus necesidades...- Sigo haciéndole cosquillas por la V del vientre y veo como el bulto que tanto conozco empieza a luchar contra el elástico de los bóxer.

-Señorita es usted muy mala.- Abre los ojos y me observa.

-Llevamos meses sin hacer eso que tanto nos gusta.- El sonríe.

¡No! Es mio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora