Epílogo/Sarahi

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Sarahi


Desde que Leo llegó a nuestras vidas, todo ha cambiado. En especial mi marido, Ian. Él antes se la pasaba gritando por el mal humor que el trabajo le generaba, tanto, que la agarraba conmigo; llegué a pensar que tenía otra mujer. Pero gracias a los consejos de mamá, todo marchó bien. Lo ignoraba o era indiferente con él, y entonces cuando recibió la noticia de que estábamos esperando un hijo, su vida cambió.

Nuestras vidas cambiaron.

Toda la atención de ahora estaba en mí y nuestro pequeño hijo.

El papá de Ian es casi el enemigo de papá, pero eso no impidió nuestra felicidad. Su padre vio por su felicidad, y mi papá por la mía.

Mis pensamientos son bruscamente interrumpidos por el azote de la puerta.

—¡Sari, amor, he llegado! —grita y escucho el sonido de los escalones siendo pisados.

Leo toma de mi pecho mientras sus ojitos se van cerrando poco a poco. Ian entra y nos ve enternecido al momento que desata su corbata roja.

Se acerca y me besa los labios, seguidamente, besa la frente del niño.

—Nunca en mi puta vida he entendido por qué te sigues sonrojando, te has puesto como un tomate, joder —dice riendo y sentándose a la orilla de la cama mientras se quita un zapato y luego el otro.

—Eres muy guapo para mí, Ian —confieso riendo.

Rueda los ojos al cielo y se restriega la cara con frustración.

—Te he dicho que es al revés, tú eres demasiado hermosa para alguien como yo. Me encantas, Sari. Te amo —dice sin dejar de mirarme.

Creo que he dejado de respirar.

Leo deja de tomar leche y me acomodo el sostén.

—Dámelo —dice extendiendo sus manos para cargar a su hijo.

Sin pensarlo, obviamente, se lo doy.

Ian con traje y cargando al niño es la cosa más linda que he visto el día de hoy. Lo acurruca en sus brazos, haciéndolo ver más pequeño de lo que es.

El sentimiento de amor que siento hacia esos dos hombrecitos hacen que mis ojos se pongan cristalinos.

—Te amo, Ian. Los amo.

Me guiña su ojo mientras se dedica a sacarle el aire al niño. Luego de acostarlo, se cambia frente a mis ojos, quedando en un pans negro.

—¿Tienes hambre? —pregunto poniéndome de pie.

—Un poco, ¿Qué has hecho hoy?

—Camarones salteados. ¿Gustas? —digo pasando a su lado.

—Pero claro que sí, mujer.

Tan pronto como le sirvo su plato, empieza a devorar con ansias.

Diablos, y decía que tenía un poco de hambre.

—Tengo que agradecerle a Sandy por haberte empujado contra mí —dice riendo —. Caíste fatal, fue una caída épica.

—Sí, bueno, no es gracioso. Supéralo, hombre.

—Pero tenemos un hermoso bebé, tienes que agradecer que todo eso de conocernos fue gracias a tu hermana —dice riéndose aun.

—Me confundiste con ella en nuestra primera cita, Ian —reclamo.

—Suele pasar, Sari —rueda los ojos —. Fue un error, sí, pero me di cuenta a tiempo.

—¿No viste su cabello? Lo tenía teñido de rubio cenizo, mierda.

—Dijiste que ya lo habías olvidado —dice a la defensiva.

La situación se torna tensa, así que levanto ambos platos y los lavo rápidamente. Intento subir los escalones, pero su mano fuerte, agarra mi brazo.

—Suéltame, Ian. Tengo trabajo mañana temprano.

—No es cierto, tu madre dijo que Joey estará a cargo, así que iremos a desayunar.

—Ni lo pienses.

—¿No? —dice sonriendo —. ¿Me estás rechazando, mujer?

Corro hasta subir, pero soy tacleada y ambos caemos al piso. Comienza a hacerme cosquillas, así que mi risa de foca retrasada probablemente despierte al niño.

—Ian, déjame —digo entre risas.

—No, odio que huyas de mí, Sari. Detesto eso y lo sabes.

—Te amo pero eres un idiota —finalmente, quita sus manos de mí —. Los amo a ambos, Leo y tú son mi vida ahora, amor.

—No sabes lo feliz que me haces, nena. Y con ese bebé, lo son todo para mí. No voy a defraudarte jamás, quiero la mejor vida para ti y nuestro hijo.

Y sin más, me besa apasionadamente, demostrándome el amor en tan sólo ese pequeño tacto.

here we are again  #2; louis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora