Capítulo 13: La piedra de luna

60 11 24
                                    

♦ ♦CAPÍTULO 13♦ ♦

LA PIEDRA DE LUNA


—No puedes ir así—repitió Hedrid negando con la cabeza.

— ¿Por qué no?

Hedrid había llegado con su bonita sonrisa a la entrada de mi casa, dispuesta a acompañarme gustosamente al Févar, pero según me vio abrirle la puerta con una camisa holgada de Veret, unos pantalones oscuros algo ajustados y unas botas bastante sucias a causa del barro, no había hecho más que negar con la cabeza.

—Porque vamos al Févar, no de caza—se volvió a quejar la niña—. Los miembros del clan nos vestimos con nuestras mejores galas para asistir a lo que tú llamas "mercadillos". Para nosotros es como... como cuando tú vas a la Iglesia, que vistes... como lo decís los humanos, esto... de domingo, ¿cierto?

— ¿Es en serio? —Pregunté asombrada. Ella asintió enérgicamente—Yo pensé que se trataba de un simple mercadillo, no de algo tan importante. En el camino a la zona de entrenamiento vi los puestos y no me parecieron, ni de lejos, para tanto.

—Porque debes esperar a la noche, princesa—río ella como si acabara de cometer una gran estupidez—. Cuando cae la noche es cuando lo verdaderamente importante da comienzo.

— ¿Y qué sucede? —pregunté intrigada.

—Ya lo descubrirás en su debido momento—dijo ella jugando con mi curiosidad.

Yo la miré suplicante, pero ella no cedió. A veces olvidaba lo realmente cruel que podía llegar a ser aquella niña de graciosas pecas.

—Por favor, Hedrid... ya sabes que los humanos no somos muy dados a estas cosas, y lo mismo me asusto por... la sorpresa. Así que, ¿por qué no me lo cuentas? —argumenté tratando de manipularla con una bonita sonrisa incluida.

—Te he dicho que no—respondió ella cortante. La miré con un puchero, pero Hedrid volvió a negar con la cabeza. Rodé los ojos—. Te he traído un vestido de Venska porque me temía tu inadecuada vestimenta, así que no hay problema. Solo espero que compartáis talla.

— ¿Esto es lo que vosotros entendéis por elegancia? —pregunté dudosa a Hedrid

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— ¿Esto es lo que vosotros entendéis por elegancia? —pregunté dudosa a Hedrid. Ella asintió sonriendo—. Ahora sí que quiero quedarme a vivir aquí.

En mi vida había visto un vestido tan simple y bonito a la vez. Parecía haber sido hecho con jirones de tela de distintas tonalidades de blanco, con algunos detalles azules oscuro en las mangas de tres cuartos. Tan solo tenía un poco de vuelo, era estrecho en la cintura y sin más adornos que la bonita caída de las telas en la falda. Me quedaba algo grande ya que Venska resultó ser más atlética y alta que yo, pero apenas se notaba.

Hedrid me tendió dos brazaletes. Uno era dorado, y el otro azul oscuro. Ambos tenían una única piedra en el centro, del mismo color que el brazalete. Me coloque ambos en el brazo derecho, y luego la niña decidió rematar el conjunto con una tobillera de plata, de la que caía la cabeza de un lobo aullando. Después me calcé las sandalias con un aire romano que me tendió y que me llegaban casi a las rodillas. Eran algo incómodas, pero nada comparado con el calzado de Dagnýn.

Captura a la reina #WeareWorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora