Capítulo 21: La llamada de la muerte

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♦ ♦CAPÍTULO 21♦ ♦

LA LLAMADA DE LA MUERTE


Para cuando me di la vuelta, Seneth ya se había escabullido de nuevo entre los invitados. Supe que era inútil buscarle. Él actuaría delante de mi familia como si nada hubiera pasado, y entonces yo quedaría como una demente. No tenía ninguna prueba de que Wisdem se encontrara malherido y encarcelado en las mazmorras. Maldita sea... ¡Si ni si quiera sabía realmente si el hombre que había visto era él! Podía ser un truco de magia para hacerme sentir débil y culpable, y si tan solo era eso, Seneth había conseguido su objetivo. Pero no exactamente como él creía.

El hombre al que Seneth me había obligado a conocer, estaba desnutrido y seguramente llevaría semanas en aquella celda. Sin embargo, yo misma había visto a Wisdem hacía pocos días, hablando con la reina sobre la disminución de ataques de los rebeldes en las fronteras con Smaragd.

¿Cómo era aquello posible? Uno de los dos había sido un espejismo de la magia. El otro era el verdadero capitán de Kvarts.

Lo único que había sacado en claro de todo aquello, es que no dejaría que gente inocente sufriera por mi culpa. Tanto Drell como Caliss, e incluso Veret, me habían advertido de la importancia de mi participación para frenar la inminente guerra. Si debíamos matar a los aliados humanos de Seneth, lo haríamos. Y después yo misma me encargaría de convertir al líder en otro cadáver más. Iría a por él. Ahora más que nunca. Debía darle caza y terminar con su existencia, antes de que él lo hiciera con la mía.

Pasé entre la gente con paso acelerado, sin saludar a los que se paraban a charlar conmigo, y sin pedir disculpas cuando por accidente empujaba inconscientemente a alguno de los invitados. Ellos parecían quejarse de mi mala educación, y sorprendidos cuchicheaban según les daba la espalda, pero no me molesté en parar y soltar alguna vaga disculpa. Poco me importaba lo que unos peces gordos como ellos pudieran pensar de mí, pero por desgracia, no era el caso de la reina.

— ¿A dónde vas, niña?

Me volteé para observar a una Sidste con el ceño fruncido y mirada desaprobatoria. La miré levemente, y después y sin perder tiempo, me acerqué a ella cogiéndola suavemente de la mano y aumentando nuestra cercanía. Ella me miró asombrada por mi gesto, pues nunca había sido demasiado afectiva. Sin embargo, la situación lo requería.

—Escúchame, tía, por favor. Sé que te prometí contarte todo lo que descubriera sobre Seneth, pero creo que aún no es el momento. —Ella abrió la boca y ladeó la cabeza negativamente, pero la corté antes de que pudiera darme lecciones de moral—. Necesito que confíes en mí, y después yo misma te contaré todos los avances, cuando realmente tengamos pruebas sustanciales que exponer.

— ¿Tengamos? — Preguntó sorprendida. Suspiré, algo arrepentida de que se me hubiera escapado un detalle así. Mi tía frunció el ceño.—. Lys, cariño, ¿en qué estás metida?

Negué con la cabeza. No había tiempo para explicárselo ahora. Lo haría en su determinado momento.

— Necesito que me digas donde está Drell— la pedí casi suplicante. Ella frunció los labios, mirándome con algo de desconfianza. Adiviné sus pensamientos y añadí con voz lastimera: — Por favor, no dudes de mí ahora. No en esto. Ahora es cuando realmente te necesito.

Me miró durante varios segundos, analizadora. No estaba segura de lo que estaba pasando por su mente. Quizás se pensaba que no era más que una niña caprichosa y embustera, pero confiaba en mi tía. Ella era una de las pocas personas que realmente se habían molestado en conocerme. Era como mi madre. Me había criado y me había educado, ella sola y sin ayuda de nadie. No había sido una de esas mujeres de alta cuna que se limitaban a contratar nodrizas y prestigiosos profesores para que se encargaran de sus herederos. Ella no era así. Ella confiaría en mí, al igual que yo lo hacía en ella.

Captura a la reina #WeareWorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora