Capítulo 18: Fuego engañoso

35 8 13
                                    

♦ ♦CAPÍTULO 18♦ ♦

FUEGO ENGAÑOSO

Alguien me movió el brazo, y yo sobresaltada me levanté como un resorte. Observé a mi alrededor con los ojos como platos, y tan solo pude ver a un Drell despreocupado.

— ¿Has dormido aquí? — Preguntó pillándome desprevenida. Me restregué los ojos, confundida. ¿Aquí? ¿Aquí dónde?

Miré con ojos legañosos lo que tenía en frente. Sentía la cara pegajosa, pero desconocía la causa. Frente a mí había una cama de sábanas blancas, y en ella descansaba una persona. El corazón me falló un latido. Con prisa y la preocupación incrementándose a causa de los recuerdos que me abordaban con crueldad, me acerqué a su lecho.

Mi tía seguía dormida. Tenía la cara muy pálida aún, pero sus mejillas estaban volviendo a tomar un color más sano. Su respiración había vuelto a la normalidad, y su expresión era tranquila, no como la de la anterior noche. Suspiré aliviada. Me senté en una esquina de la cama, junto a ella, y la tomé de la mano.

Me quedé mirándola durante un tiempo. Se me hacía extraño verla de tal modo. Mi tía siempre había contado con su buena salud, y su alegría desbordante fuera a donde fuera. Nunca la había visto de tal manera, en su propia habitación, con una palidez casi extrema que luchaba por volver al color habitual de sus sonrojadas mejillas, y mostrando en conjunto una debilidad que no había existido nunca en la vida de Sidste.

Estaba segura de que ella era una mujer muy fuerte, y contaba con que se recuperara pronto. Los médicos eran los mejores no solo de Kvarts, sino quizás incluso de todos los reinos de Seks. Kvarts era muy reconocido por sus capacidades y avances médicos.

Una vez me aseguré de que mi tía estaba bien y había pasado lo peor, me entretuve tratando de recordar. Tras la discusión con Seneth, me había quedado esperando en el pasillo noticias sobre Sidste, y cuando los médicos salieron para anunciar que se encontraba estable, yo había entrado y me había apropiado de un sillón cercano. Supuse que me habría quedado dormida allí, aunque ya bien entrada la madrugada.

Giré la cabeza hacia Drell, quién muy respetuosamente se había mantenido callado durante aquel tiempo.

— ¿Qué hora es?

— Serán casi las once y media— respondió mientras apartaba las cortinas y miraba por la ventana—. Y por lo que veo no hace muy buen tiempo— refunfuñó—. Seguramente los prometidos no salgan hoy de palacio. Quizás Seneth aproveche para organizar la reunión y puedas enterarte de la identidad de alguno de sus aliados humanos.

Abrí los ojos desmesuradamente saliendo del trance en el que me encontraba, completamente indignada. Mi tía estaba postrada en una cama, había sufrido un ataque, estaba en el punto de mira de Seneth, y él lo único que pensaba era en destruir los planes de aquel maldito príncipe.

— Creo que hoy hay cuestiones más importantes que matar a esos desgraciados, ¿sabes? — Escupí sin ganas. Drell me miró impasible. Resoplé sin demasiado interés en él, con la vista pegada en la mujer que reposaba en la cama de en frente. Le miré—. Estoy cansada de que todo dependa de mí. Escucha... tú, tú también estás en palacio, ¿vale? haz algo por tu pueblo. Yo ya tengo demasiadas cosas en mente.

Según me giré de nuevo hacia mi tía, sentí un fuerte agarre en el brazo derecho.

— No es por molestar, pero por mucho que los médicos se hayan inventado que ha sido un ataque de vete tú a saber que estupidez, nosotros dos sabemos que ha sido cosa de la magia— dijo clavando sus ojos serios en los míos—. Sabemos quién va a ser la primera víctima del último Forreredi, no seas estúpida y ayuda a que tu tía no se convierta en un cadáver más.

Captura a la reina #WeareWorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora