Capítulo 14: El resurgir de las llamas

55 11 19
                                    

♦ ♦CAPÍTULO 14♦ ♦

EL RESURGIR DE LAS LLAMAS


Me restregué el ojo con la mano. Abrí un ojo perezosamente, y pronto noté una luz terriblemente molesta que me hizo quejarme por lo bajo. Coloqué mi mano derecha sobre mi frente para protegerme los ojos de los rayos de sol, y me incorporé raspándome los brazos al levantar la espalda. Se me había olvidado que me había tumbado sobre la piedra del pozo solitario.

Cuando al fin me acostumbré a la luz, entendí que no se trataba del sol, sino de múltiples lucecitas. Brillos luminosos que jugueteaban a mí alrededor, que se dejaban llevar por la brisa y que emitían bonitos destellos al moverse continuamente. ¿Qué era aquello?

Por muy bonito y mágico que me pudiera resultar, recordé que estaba sola, en medio de una plaza de un pueblo que desconocía en su mayoría, y pronto empecé a ponerme nerviosa. Traté de atrapar una de aquellas luces que bailaban cercanas a mi cara, y esta no solo voló lejos de mis dedos, sino que se dispuso a molestarme metiéndose entre los mechones que colgaban a los lados de mi cara.

La aparté con un brusco manotazo, y esta reculó hacia atrás como si la hubiera dañado, pero ni de lejos había sido ella la víctima. Nada más tocarla, había sentido mi mano arder, como si me hubiera quemado. Miré mi palma derecha. Estaba muy enrojecida, y rápidamente me llevé la mano izquierda al punto de dolor, como si aquel gesto lo pudiera mitigar de alguna manera. Aquella pequeña y danzarina lucecita me había quemado la mano, y yo seguía sin poder entender cómo ni por qué.

- ¿Natlys? -Giré mi cabeza en dirección hacia la voz, y me encontré con un Drell que me miraba completamente confundido- Pero qué narices...

Las diminutas luces se estaban colocando a mi lado, como dibujando mi figura pero sin siquiera tocarme. Estaban bailando a mi alrededor, y cuando me levanté sobresaltada por aquel hecho, ellas me siguieron como si fueran parte de mí. Me encontraba rodeada por ellas, cerca del peligro, pero sin tocarlo.

-Drell... ¿Qué se supone que es esto? ¿Por qué me persiguen? -Pregunté sintiéndome algo alterada. Tan solo quería quitármelas de encima, pero tras el resultado que mi mano había sufrido tras el tacto de una de ellas, no quise repetir mi error.

Miré al chico en busca de algo de apoyo, pero él parecía tan sorprendido como yo. Aquello no ayudó precisamente a que mis nervios disminuyeran.

-Después de cada Févar, se prende una hoguera para quemar todo aquello que ha caído en el desuso o que está roto o estropeado. A través de la magia negra, realizamos un conjuro para que el fuego queme más rápido los objetos, y después, recogemos las cenizas para volverlas a convertir en llamas.

Así que aquello era la bonita sorpresa de Hedrid.

- ¿Para volverlas a convertir en llamas? -Pregunté confusa- ¿Y por qué lo hacéis?

-Nosotros nacimos del fuego, somos fuego. Es como un recordatorio de que todo lo que una vez ardió una vez puede volver a hacerlo-explicó él-. Una vez las cenizas son convertidas en pequeñas esferas de fuego, parece que se tratan de luces, y vagan por el pueblo durante toda la noche, hasta que se apagan a la mañana siguiente y se vuelven a transformar en cenizas.

Miré las juguetonas luces de mí alrededor, que parecía que estaban sintiéndose muy a gusto tan pegadas a mi persona.

- ¿Pero por qué no se separan de mí? Es decir... ¿Por qué las tengo pegadas a mí todo el tiempo? Es como si...

-Como si te hubieran elegido-completó por mí Drell. Parecía absorto en sus pensamientos, y ni siquiera me miró a la cara al pronunciarlo. Era como si aquel hecho le hubiera hecho olvidarse de nuestra anterior discusión, la que a mí se me estaba apareciendo justamente en aquel momento-. Creo que te necesitamos princesa. Quizás Caliss y los ancianos no han elegido mal después de todo.

Captura a la reina #WeareWorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora