Capítulo 20: El silencio de la traición (Parte 1)

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♦ ♦CAPÍTULO 20♦ ♦

EL SILENCIO DE LA TRAICIÓN

Parte 1



Había pasado tan solo un día desde que la lista me había sido entregada, y horas después, comenzarían a llegar los invitados. Para todo el mundo, no eran más que personas importantes que asistirían a la reunión organizada por Seneth, para decidir cuál era el mejor futuro que podían darle a la unión de los dos reinos de Kvarts y Onyks. Para mí, eran un posible grupo de traidores ambiciosos que pretendían hacerse con el control de Kvarts gracias a su aliado mágico, y que tratarían de dar comienzo a la mayor guerra jamás vista en Seks.

Suspiré.

Tenía tantas cosas en la cabeza que no se me había dado nada bien en todo el día; apenas había desayunado y comido algo, y me había pasado más de la mitad del día dando vueltas por mi alcoba o vagando por los pasillos del piso superior. Solo que tras una mañana pensativa, a la tarde ya tenía todo asimilado (o más bien había aprendido a evitar la sensación de culpabilidad y presión) y me encontraba sin nada que hacer.

—Me abuuuurro.

Veret me lanzó un cojín, el cual me acertó en la cabeza. Gruñí molesta y recogí la improvisada arma del suelo.

—Cállate—gruñó mi mejor "amigo" sin sacar la cabeza de su libro—. Me intentó concentrar.

El cojín planeó hacia su cara, pero este levantó la tapa del libro utilizándola como escudo, haciendo que el cojín cayera frente a él. ¡Malditos reflejos y maldita genética! Por mucho que Wrestler fuera el más diestro con las armas, Veret no se quedaba muy atrás en el campo de batalla. Siempre lamenté de que hubiera resultado ser una persona tan pacífica y justa, cuando podía ser un buen soldado a las órdenes del capitán. Aunque pensándolo bien... que tu hermano te dijera qué hacer en tu oficio no dejaba tu orgullo por los cielos, la verdad.

Veret gruñó cuando le removí el brazo derecho para que me prestara atención, y volvió a pedirme (ordenarme) que me alejara de él y que me callara.

—Pero es que me van a obligar a ponerme un vestido incómodo y a ser amable con la gente—me quejé lastimosamente, apoyando la barbilla entre mis brazos y haciendo un puchero—. Y no me gusta ser amable con la gente—añadí arrugando la nariz, con tono infantil—. Son todos uno cínicos y unos hipócritas, además de que se empeñan en vestir bien y no como les da la gana. ¿No te parece estúpido? —.Él no contestó, pero yo seguí hablando sola—. ¿Sabes qué, Veret? Creo que la gente es estúpida.

Miré al frente con los ojos entrecerrados, pensativa, evitando su mirada frustrada. Tras unos segundos, escuché un resoplido impacientado.

—Lys, madura de una vez anda—respondió Veret negando con la cabeza. Seguía enfrascado en su maldito libro, el mismo por el que llevaba todo el día sin hacerme ningún caso. De vez en cuando recogía la pluma del escritorio, y apuntaba alguna cosa dudosamente, para después morderse el labio con nerviosismo y volver a dejar el utensilio en su lugar.

Rodé los ojos.

—Aburrido...—murmuré disgustada, negando con la cabeza desaprobatoriamente. Después levanté la barbilla repentinamente, curiosa y con intención de alcanzar con la vista aquello que tenía absorto a mi amigo—Oye, Veret... ¿Qué es lo que escribes?

Entonces él despegó los ojos del libro, alarmado.

Oh, conocía bien esa mirada.

Sonreí con malicia.

Captura a la reina #WeareWorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora