Capítulo 6: El pozo de los secretos

76 13 19
                                    


♦ ♦CAPÍTULO 6♦ ♦

EL POZO DE LOS SECRETOS

—Creí que te había pedido que te fueras, Drell.

El tono de Caliss era amenazador, pero Drell no parecía demasiado asustado, aunque sí que reculó un poco hacia atrás cuando la mujer le golpeó con un dedo acusatorio en el pecho. Este se quejó y gruñó por lo bajo.

—Solamente venía a ver si Dellery podría ayudarme con unos hechizos de curación, algo que he encontrado en uno de los viejos libros de la biblioteca—dijo él alzando las manos a la defensiva, con expresión indiferente.

¿Quién era Dellery?

— ¡Claro! ¡Por supuesto que sí...! A ayudarte con unos hechizos, si es que no sé ni porque desconfío...—dijo irónicamente Caliss, riendo suavemente. Pero su expresión se tornó gélida radicalmente. Drell tragó saliva, y por poco lo hago yo también. Aquella mujer podía ser muy bonita y agradable estando de buen humor, pero su rostro enfadado combinado con esa cicatriz cerca de la mandíbula y sus ojos grises y profundos clavados en ti... no auguraba nada bueno—. ¡Largo de aquí a no ser que quieras que en vez de ratones, te utilice a ti para experimentar!

Por mucho que la frase pudiera resultar cómica, a mí no me pareció ni remotamente posible en aquel momento. Aquello bastó para que él abriera los ojos desmesuradamente, y saliera por la puerta como un gato asustadizo y murmurando una disculpa. Pero Caliss no estaba satisfecha.

— ¡Drell! —lo llamó desde la puerta de entrada.

—Ya he captado lo que me querías decir, nada de visitas a Dellery, comprendido—dijo él llevándose las manos a la nuca, resoplando y evitando su mirada.

—No, no es eso. —Drell alzó una ceja. Caliss me miró y sonrió. No quería saber que significaba esa sonrisa...—. Necesito que le muestres el lugar a nuestra invitada.

—No, gracias.

Me tapé la boca según me di cuenta de lo que lo había dicho en voz alta, pero después dejé libres mis labios. Las palabras habían salido con un tono de repugnancia que incluso a mí me sorprendió, y ambos me miraron al instante. Carraspeé dispuesta a justificarme, pero Caliss fue más rápida que yo.

—Veo que ya habéis hecho buenas migas.

—Me clavó un cuchillo en la pierna—se quejó él rápidamente.

Me volteé hacia él y le dirigí una mirada indignada.

— ¡Me golpeó, me secuestró y me disparó!—argumenté yo alzando mi tono de voz, ya que, claramente, tenía toda la razón.

— ¡Ya te dije que no fui yo quien te golpeé, sino Caliss!

Así que la misteriosa amiga suya era Caliss...

— ¡Y yo ya te respondí que poco me importaba!

Ambos clavamos nuestra mirada en la del otro, con odio y resentimiento. Podía leer la frustración y el enfado en aquellos rasgados y atractivos ojos verdes.

— ¡Escuchad! —exclamó la mujer llamando nuestra atención, y haciendo que ambos la observáramos con ojos furiosos. Ella torció la boca y achicó los ojos, lo que nos hizo a ambos suavizar la mirada cautamente—. Más os vale llevaros bien, porque a partir de ahora no quiero que os separéis el uno del otro, ¿entendido?

—No eres nadie para darme órdenes—la dije cruzándome de brazos y levantando la barbilla altivamente. Espera. Cruzándome de... ¡¿Y la herida?! — ¿Pero cómo...?

Captura a la reina #WeareWorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora