El amor es algo muy complicado

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Peor no podía ser mi día: No sólo me tocaron los clientes más odiosos y tacaños del universo, sino que veía a Rubén que prácticamente no hacía nada, excepto vigilarme.

Ya faltaba como una hora para que mi mamá me pasara buscando y apenas tenía un poco más doscientos dólares, por lo que todo el puto día de trabajo que tuve terminaría en las garras de Rubén, ya que obviamente no iba a ser su "amiguito" por lo que tendría que pagarle para mantenerle el pico cerrado. Me sentía miserable, ¿por qué demonios tenía que pasarme esto a mí? ¿Cuántos gays de closet no habrá en esta ciudad y el imbécil este tenía que fijarse precisamente en mí? De paso ese día había partido de la Liga Italiana, por lo que el bar del restaurant estaba repleto de amigos de mi papá y él a esta hora estaba allí hablando y alardeando de mil cosas...y me mandó a llamar...

—Lucas, cuando te desocupes ve a ver a tu papá que está en el bar.

—Si, Bruno...iré en un momento...

Llevé la orden que tenía a su mesa correspondiente y salí del salón hacía el área del bar. Allí había un enorme TV donde se exhibía el juego y parecía que toda la colonia italiana de la ciudad estaba aquí bebiendo, apostando y contando cuentos. La voz de mi papá retumbaba por encima de todas...si quieren saber de quién heredé mi autoestima, sólo tienen que escuchar a Salvatore Martinelli "parlando" con sus amigos:

—¡Lucas! ¡Lucas! ¡Ven acá, muchacho! Ven que quiero que te vean  unos amigos...

—¿Y ese es el pequeño Lucas, Salvatore? —Una señora de cabello blanco, muy anciana, se me quedó mirando cuando mi papá me acercó a la mesa. Había unos caballeros y dos damas bebiendo alegremente y todos al verme me sonrieron.

—¡Sí! ¡Es todo un hombre ya mi muchacho! Ahora viene y me ayuda los domingos. Quiero que se empape del negocio, cuando yo no esté él se ocupará de llevar las riendas... ¡Y no por nada este es el mejor restaurant de la ciudad! ¡Tiene mucho que aprender!

—¡Oh, Lucas! ¿No me recuerdas? Solías venir a pedirme caramelos cuando eras así de chiquito... ¡Eras un verdadero encanto, con tus ojitos de aceitunas! De verdad que ya estás hecho un hombre, uno muy alto y guapo, seguro haz de tener muchas chicas detrás de ti...

—¡Mi Lucas! ¡Si! ¡Ese es todo un galán! Las ragazzas se derriten por mi muchacho, ¿Cómo no iba a ser así? Sacó lo mejor de la familia: ¡La belleza de su madre y el cerebro de su padre! ¡Un tipazo!

Creo que ya sé porque me va tan mal en los estudios...

—¡Salvatore! Me alegra tanto de que Lucas este aquí contigo trabajando en el negocio, ¡así es que un hijo debe aprender de su padre! —comentó uno de los señores en la mesa, todavía yo no tenía ni la menor idea de quienes eran.

—Pero no creo que mi muchacho se quedé sólo administrando este restaurant, Lucas es todo un futbolista, ¡lo lleva en la sangre! Será un gran portero, ¡una estrella! Tienen que verlo en la campo de juego, ¡es un tigre! Estoy seguro que hasta Gianluigi Buffon se asombraría de su talento...

—Papá...no exageres...

—¡Pero si no exagero! ¡Eres grande, Lucas! Si asi de bueno eres ahora, cuando tengas unos veintiún años serás un jugador muy destacado. ¿No ves a tu primo? Empezó así, igualito, tenía ese gran potencial y esa destreza...¡Migliore! ¡Grande! ¡Era cuestión de tiempo que lo firmarán! ¿Y dónde está jugando ahora? ¡Con el Juventus!

—Papá...yo aún no soy como Gio...

—¡Tú también llegarás muy lejos! ¡En todo lo que hagas! Lo sé...aun con esa cabeza loca que tienes, ¡eres así porque naciste para ser una estrella! ¡Mi hijo! ¡Vamos a brindar por eso! ¡Una ronda por la casa!

¡Hola! Soy Lucas  (Próximamente en Físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora