La devastación del mundo que antes conocíamos influyó en que los muertos no fueran lo que más le causara rechazo, sino la maldad que caracteriza al ser humano.
Dasha fue llevada hacia una habitación pequeña, adornada por una cama, un armario, una mesita de noche y un escritorio con una silla. Se hallaba tan exhausta que decidió tumbarse sobre la cama allí presente y rememorar de qué manera había sido pisoteado su orgullo, analizando cada una de las palabras que había escrito en aquella carta sin utilidad. Sin previo aviso, sus ojos se fueron cerrando sin evitar adentrarse en un profundo sueño; un sueño del cual no tardaría en ser interrumpida.
Por otra parte, Negan agarró la hoja pudiendo apreciar que la muchacha hacía uso de una letra bastante bonita. Por lo que sin más demora y repleto de curiosidad, se recostó sobre su cama, dispuesto a leer con prisa evitando que alguien le molestara.
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Negan se detuvo un momento sin evitar lanzar una carcajada.
-¿Dictadura? ¿Tú qué sabrás de eso, estúpida?
Aún así, no dejó de sentir curiosidad y prosiguió la lectura atenta de las palabras que Dasha le había dedicado.
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Esta vez, su actitud se tornó seria. No pudo evitar que los recuerdos del pasado se agolparan en su mente. Sí... Lucille... Lucille es el nombre con que había bautizado a su bate en honor a su mujer, quien había fallecido a causa de un cáncer sobre la camilla de un hospital justo antes de que el infierno se manifestara ante sus ojos. No podía ser cierto, no podía ser que esta insignificante muchacha despertara en un hospital para darse cuenta del caos en el exterior. Es obvio que se trataba de una coincidencia.
Se levantó de la cama, irguió a Lucille y se dirigió a la habitación donde ésta se encontraba, irrumpiendo a golpazos en la puerta.
Dasha, sobresaltada por el tumulto repentino, se puso en pie enseguida sin evitar los temblores provocados por el susto y algunos ligeros mareos debido a lo desorientada que se encontraba. A pesar de todo y ante los gritos insistentes de algún insolente en cuestión, no tuvo más remedio que apresurarse a abrir la puerta.
