16. De dragones e hydras

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Ya no sentía mis dedos, al parecer estaba sufriendo de una hipotermia leve. El viento me azotaba violentamente haciéndome mecer al menos unos tres metros... No creo poder soportar este clima por más de 40 minutos, ya habían pasado 15 y ya sentía adormilados mis sentidos. La nevada parecía haber empeorado conforme pasaba el viento, no podía ver más de 20 metros, por lo tanto había perdido de vista donde se encontraba el acantilado. Parecía ser que lo único que me mantenía conectado con el mundo era cuerda, si no fuera por su constante jaloneo no sabría donde era arriba o abajo.

Inesperadamente una ventisca apareció con más fuerza provocando que casi me estrellara con la roca, luego vino otra y otra, termine totalmente pegado a la roca mientras aparecían más ventiscas paulatinamente. Espero que me coloquen en la casa más hermosa, amigable y especial de este puto mundo, ¡Que se vaya a la mierda la prueba! Si esto seguía así podía morir de hipotermia y esa sería una forma dolorosa y humillante, pero ¿Qué hacía? ¿Cómo podía salir de esta situación? No puedo utilizar magia, por un momento agradecí que no supiera cuan alto estaba, era mejor ignorar esa cifra de metros, gritos dolor y órganos esparcidos por el suelo.

Ugh, me hice la imagen mental.

Ya, despierta. Respire profundamente sintiendo como mis fosas nasales se quemaban por el frio, concéntrate... concéntrate, respira. Mis pensamientos fueron rápidamente a Scorpius con su sonrisa llena de inocencia y misterio, sus ojos centelleantes que miran divertidos y su caminar tan pulcro que deja a las personas sin respiración. ¡Vamos! Deja de lado tus fantasías, renunciaste a ellas. Pude sentir como se formaba un pequeño nudo en la garganta, no podría verlo, realmente, mi realidad llego dolorosamente, tal vez aun no terminaba de aceptarlo... ya no podría verle, el no verle, tocarle y sentir cerca de mi dolía, dolía tanto como la quemazón que el frio hacía en mí, lenta pero dolorosamente sentía como el hielo iba congelándome y yo no hacía nada para detenerlo.

Quería verlo, pronto tan rápido como sea posible, solo a él... Solo él, solo Scorpius me es indispensable, inalterable. ¿Cómo era tan necio? Me rogó que me quedara a su lado, me juro que se quedaría mi lado si solo no me iba. Pero yo en mis ansias de irme, de olvidarle de parecer rudo y descarriado había olvidado cuanto significaba el para mí.

- ¿Sigues ahí Potter? –dijo con voz potente Trygven.

No tenía fuerzas para moverme, no quería gritar y pelear para subir. Mande una onda para que en el otro extremo lo percibiera como una señal de vida.

- ¡Hazlo de nuevo!

Lo volví a hacer.

- Ok, tomare eso como un sí –dijo para que todo volviera al silencio –Si no haces nada morirás congelado, y yo no haré nada para evitarlo.

Lo sabía, pero realmente no me importaba nada, nada que no tuviera que ver con Scorpius, ¡Era un idiota! Lo rechazo primero, luego trato de deshacer mis sentimientos por el de la manera más estúpida y ahora siento morir si no vuelvo a su lado... pero lo peor de todo es que sé que no puedo hacer nada, no puedo volver sin permisos y transportes... a menos de que me quiera volver un criminal buscado... y aunque lo quiera con toda mi alma y mi magia no lo haría, no tanto por no querer romper las reglas, sino porque sé que no duraría ni 4 días sin que alguien me dé algo. ¿Cuán patético puedo llegar a ser?

Cambia

Esa era mi única opción, si quería tenerle a mi lado y no perderle... tenía que cambiar, ser más honesto conmigo mismo y aceptar que no soy una perita en dulce pero tampoco soy un monstruo, soy un Potter, algo que me enorgullece, que me llena pero antes que eso soy Albus, un mago con todas las potencialidades para llegar a ser alguien mejor y poder estar al lado de Scorpius sin tapaduras ni remiendos. Suspire agotado, llegar a ese tipo de conclusión. ¿Cuánto cambiaria para estar al lado de Scorpius? Aun no lo sabía, pero todo comenzaría cuando volviera tierra firme, respire profundamente y luego comencé a balancearme. Tenía una buena idea, cuando estuve colgado pude percibir que aunque las corrientes parecían ser esporádicas y sin orden alguno había patrones, podía utilizar esos patrones para ayudar mi impulso y regresar de nuevo a tierra.

Solo cambiemos de rumboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora