28. María Gracia

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No lo puedo creer.

Es en estos momentos en los que me siento realmente estúpida al darme cuenta de lo que realmente estoy haciendo.

Estoy jodidamente despechada y por eso regresé con Edward, para lastimar a Gabriel porque él hizo lo mismo conmigo, pero ¿por qué me siento tan mal con esta decisión? No tiene sentido.

Después de que Gabriel me dejara sola en el salón y bajara al patio, decido hacerlo yo también y buscar a Mariana para que me explique por qué carajos me dejó sola con él.

Bajo los tres pisos y llego al patio, veo a mis amigas sentadas en una de las columnas y voy con ellas.

—Cuéntanos, ¿qué pasó? —habla Mariana— ¿se amistaron?

— ¿Por qué me dejaste sola con él? —pregunto seria.

—Porque realmente se veía desesperado. No sé si me equivoco, o será que no te quiero ver con Edward, pero Gabriel me parece buen chico. No tendrías porqué ponerte de esa manera después de todo, porque ustedes no son novios, sólo estaban en giles, y que vuelvas con Edward no justifica nada.

—Por más que te diga que te ayudará a olvidarlo, lo de Edward fue peor —esta vez habla Luciana.

— ¿Creen que es demasiado tarde? —pregunto apenada.

—Sólo lo sabrás si preguntas.

Me quedo mirando a la cancha de básquet y veo que Gabriel está jugando. Se ve desaforado y tiene una mirada seria, luego, dirige su mirada hacia mí y se vuelve molesta. Realmente no me gusta que me mire así y me da ganas de correr hacia sus brazos y besarlo para calmarlo y verlo sonreír, pero no. Tal vez esto fue la culpa de ambos y no es el momento para comenzar un tipo de relación así. Pero puedo decir que lo necesito cuando desvía su mirada para concentrarse de nuevo en el campo.

—Discúlpame mejor amiga, pero eres una estúpida —dice Mariana.

Admiro mucho que sea directa al decir las cosas y pues siempre son verdad. Soy una estúpida por la decisión que tomé.

De pronto aparece Edward para recalcar mi estupidez.

— ¿De qué hablaste con el idiota ese? —pregunta molesto.

—Aclaramos las cosas, creo.

—No regresarán, ¿cierto?

—Edward, ni si quiera estábamos juntos —recalco y es algo que de cierto modo no me agrada decir.

—Sí y eso me alegra —ahora sonríe.

—Eres un baboso.

—Sí, y estoy baboso por ti —dice y logra sacarme una sonrisa— eso es lo que quería ver —señala mi sonrisa.

—Ya, ahora vete antes de que te golpee.

—Uuy que miedo —se burla y yo lo miro fulminante— amor, si me voy, voy a golpear al idiota ese.

—No seas conchudo, Edward y deja a Gabriel en paz —trato de decir lo más tranquila posible.

—Está bien, pero que no se te acerque de nuevo.

—Se puede acercar cuando quiera —aj realmente detesto a la gente controladora.

—Ok —dice serio y finalmente se va.

—Wow, ese muchacho es realmente insistente—comenta Luciana.

—Muchacho —repito y me río.

Eres solo mía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora