-Ahora eres mía -digo mientras la abrazo por la cintura.
- ¿Disculpa?-dice sonriente.
-Ahora eres mi novia -digo en voz alta. Es tan hermoso poder decirlo al fin-eres mi señorita enamorada -se ríe y me acerco más a ella-eres sólo mía -digo por ú...
Entramos Gabriel y yo al salón y todos nos aplauden. Detrás de nosotros iban Mariana y Rodrigo llevando los trajes que luego serán tirados a la basura al final del bimestre.
Hacemos el cambio para inglés y cuando llego a mi salón, el idiota de Edward se acerca a mí obviamente para fregar.
—Sigo sin entender por qué perdieron, si su traje era muy... llamativo —dice con una sonrisa descarada, mostrando que obviamente quiere fastidiar.
—No tengo ánimo para tus estupideces Edward.
— ¿Alguna vez lo tuviste conmigo?—dice sarcástico.
—Tienes razón, no sé cómo te soporto.
—Es que me amas, y el amor lo soporta todo —dice y lo fulmino con la mirada—mucha suerte con el indefenso ese, espero que seas más feliz con él que conmigo —dice y se va.
Qué. Es. Lo. Que. Acaba. De. Pasar.
Edward acaba de darme ¿su bendición? Ok, es lo más raro que me ha pasado jamás.
Bueno, cambiando de tema, en esta semana empezaron los exámenes bimestrales y se supone que hoy es el día del trabajador, pero el feriado lo pasaron para el lunes, por lo cual este fin de semana podré descansar de tantas estupideces del colegio.
Ya llegando el día lunes, Gabriel viene a mi casa para enseñarme matemática. Bueno, no enseñarme, sino estudiar. De todas maneras es una excusa para pasar tiempo con él.
Tocan el timbre y yo abro la puerta mostrando una sonrisa amplia.
—Hola preciosa —saluda él dándome un beso en la frente.
—Hola —sonrío yo. Por Dios, tengo que dejar de sonreír.
Vamos a mi cuarto para estudiar con más comodidad.
Vemos las cochinadas de matemática: Logistica, porcentaje, ecuaciones de segundo grado y —mi favorito— polígonos.
Deben saber que odio las fórmulas, pero las de polígonos no son tan grandes como las de poliedros, esas si son para morir.
Gabriel y yo comenzamos a hacer unos ejercicios de una ficha, hasta que llego a una pregunta de ecuación de segundo que no entiendo.
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Odio las ecuaciones de segundo grado. Son demasiado complicadas. Y por qué menos x al cuadrado. Aj.
— ¿Estás bien?—pregunta Gabriel.
—Odio matemática.
—Ya veo, qué no entiendes.
—La 3. ¿Qué rayos hago cuando es negativo?
—Es fácil, mira tienes que factorizar.
—Claro, factorizar —digo y miro la ecuación— no, no entiendo —digo finalmente y se ríe.