Capitulo XI

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En cuanto supe que podía, me desmoroné por completo y me eché a llorar. No sabía si alguna vez tendría fuerzas suficientes para volver a verlo. Me costaba tanto no decirle quién era. Me senté en el banco de la parada del autobús y me tranquilicé. Tardé unos minutos en serenarme. Por mucho que me gustara verlo, aquello me hacía echarlo de menos otra vez.

Pero ahora tenía una imagen mejor de mi madre. Era evidente que no quería tener hijos. Supongo que mi padre la convenció. No parecía una persona muy agradable en realidad. A lo mejor debía alegrarme de no haberla tenido en mi vida. Tuve a papá, que era la persona más cariñosa que podría haber pedido jamás como padre.

Pasé ante Clásicos en Tecnicolor y miré el escaparate. Las luces estaban apagadas y en la puerta estaba el letrero de Cerrado. Supuse que era domingo, dado que la tienda no estaba abierta. Papá no abrió sus puertas en domingo hasta que yo empecé a darle la lata sobre el negocio.

Bajé por Sheridan Road oliendo a mi padre en su chaqueta. Dios, cómo echaba de menos ese olor a Old Spice. Hiciera el tiempo que hiciese, él se ponía esa colonia desde que tengo uso de razón. No recordaba que me hubiera gustado nunca más que en ese preciso momento. No sé qué había hecho para merecer la oportunidad de verlo de nuevo, pero me sentía profundamente agradecida.

Me encaminé al restaurante donde trabajaba Camila con la esperanza de encontrarla allí.

¿Cómo le voy a explicar el haberla dejado la última vez y mi regreso de ahora? Tienen que haber pasado unas dos semanas desde que estuve aquí, según lo que dijo papá al hablar de la persona indeseable que se había metido en su casa. O sea, yo.

Llegué al restaurante y miré dentro para ver si la veía. Observé la actividad del bar para ver si estaba trabajando, pero no había ni rastro de ella.

Entré en el restaurante para preguntar si iba a venir a trabajar hoy. Me acerqué a una camarera que llevaba una placa donde ponía Ally.

—Disculpe, Ally, estoy buscando a Camila. Había quedado con ella aquí, pero no la veo. ¿Trabaja hoy? —pregunté, mintiendo un poco.

—No, cariño,Mila lleva de baja estas dos últimas semanas. Ha estado enferma. A lo mejor la encuentras en el colegio mayor —sugirió la baja mujer, mientras cambiaba su goma de mascar de un lado al otro.

—Gracias. ¿Está en Mertz?

—Sí, eso creo. Creo que está en el piso dieciocho.

—muchas gracias..mmm... Ally, esto le va a sonar raro, pero no me acuerdo de su apellido. Vamos juntas a una clase de redacción y teníamos que repasar unos apuntes, pero no lo recuerdo. ¿Me puede ayudar?

—Claro, cielo, es Cabello. No serás una psicópata acosadora, ¿verdad?

Claro que no voy a responder que sí a esa pregunta.

—Bueno, eso depende de a quién se lo pregunte. —Se le pusieron los ojos como platos y se puso pálida—. Lo digo en broma, Ally, como he dicho, vamos a la misma clase. No se preocupe, Camila no corre peligro, se lo prometo. —Le dediqué mi mejor sonrisa tranquilizadora y pareció más calmada.

—Bueno, ¡ah! Por cierto, no es necesario que me hables de usted, estoy en el último año...y me hace sentir vieja.
—Oh, lo siento- reí nerviosa ante la expresión de la rubia- Ally a secas entonces, es un lindo nombre, por cierto.
—Me agradas chica, y está claro es que eres mucho más de fiar que ese novio que tiene Mila. Estoy deseando retorcerle el pescuezo por lo que le ha hecho.

Me sentí hervir de rabia.

—¿Qué le ha hecho, Ally? —dije entre dientes.

Como le haya hecho ALGO, lo mato yo misma.

A FRIEND IN NEED (camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora