A FRIEND IN NEED (camren)

Capitulo I

Bajando a saltos con mis largas piernas las escaleras de mi apartamento, me sentía llena de ganas de comenzar un nuevo día. Eran las diez de la mañana y hora de abrir. Corrí a abrir la puerta de "Clásicos en Tecnicolor" al gran público. Al descorrer los cerrojos de la puerta de entrada, descubrí un increíble cielo azul sin una sola nube a la vista. Hacía un día fresco y vigorizante. Supe al instante que hoy iba a ocurrir algo increíble, era como si todo mi cuerpo estuviese a la espera de algo, no sabia de que, pero la expectación estaba presente. Una vez fuera, bajo mi toldo morado y negro, vi que también empezaban a abrir varias otras tiendas del barrio.

Mi vecino preferido es el señor Hooper; no, en serio, se llama así. Es el dueño de la carnicería de mi manzana; lleva ahí desde que nací. Mi padre y Hoop, que es el apodo que le he puesto, eran amigos desde la Segunda Guerra Mundial, claro que mi padre era un pequeño bebé, pero Hoop y él viajaron en el mismo avión desde Inglaterra a Chicago, dónde papá fue adoptado por los Jauregui, aunque para él, el abuelo siempre fue su padre, sin importar nada más. 

Podría decirse que papá viajó en sus brazos, por lo que le tomo un cariño impresionante a Hoop, cuando papá tenía 16 años trabajo con él en la carnicería, "su primer empleo" le encantaba contar historias sobre eso a papá.

Para mí Hoop siempre fue como mi abuelo, aunque ya es bastante mayor, sigue dirigiendo la carnicería, y todavía le gusta recordarme de vez en cuando que me cambiaba los pañales cuando yo era un bebé y que aún no soy tan mayor como para que no me pueda dar unos azotes. Claro que nunca haría eso el viejo, creo yo, es el carnicero más amable con el que te puedes llegar a topar jamás. Bueno, vive encima de su tienda, como la mayoría de los que quedamos del viejo barrio.

Yo me ocupo de mi tienda desde hace seis años. Me la dejó mi padre cuando falleció. Es una vieja tienda de cosas de cine, con más parafernalia de la que se merece nadie. Siempre me ha encantado: me reconforta en cierto modo. Papá y yo siempre veíamos las películas antiguas juntos. Sus preferidas eran las de Bogey, ya saben, Humphrey Bogart. A mí siempre me ha gustado Jimmy Stewart. Tenía una presencia en pantalla que nadie ha podido superar jamás. Papá quiso recrear en casa algo de esa sensación, así que abrió "Clásicos en Tecnicolor". Tiene las paredes cubiertas de recuerdos de las viejas películas. Algunas de esas cosas las he comprado yo en las subastas a las que acudo, para hacer frente a la demanda. Todavía me asombra que haya gente a la que estas cosas le gustan tanto como a mí. Aquí viene gente de todas partes diciendo que se han enterado por el amigo de un amigo. Eso es lo que me encanta de la gente que viene por aquí. Les gusta el género de verdad y se ponen en plan sentimental cada vez que entran por la vieja puerta de madera y cristal.

Tengo una reproducción exacta de un traje que llevaba Clark Gable en Lo que el viento se llevó. ¿ustedes saben, ese negro que llevaba al bailar con Escarlata cuando ella estaba "de luto"? Sí, la pobre, qué triste estaba, pero bueno. Todos los días vivo las películas y ni siquiera tengo que salir de casa.

Mi primera clienta entró en la tienda y al instante se le cambió el humor, de "Dios, necesito un café" a "¡Oh, Dios mío, cómo me acuerdo de esa película!" Me alegro de poder hacer eso con mi tienda. Después de que mi clienta y yo charláramos un rato, vi que entraba también mi amiga Karly.

-Buenos días, Lo, ¿qué tal te va en este día tan glorioso? -preguntó.

-Estupendamente, señorita Karly. Me siento como si hoy fuera a ocurrir algo increíble. Hay como una electricidad en el aire.

-Yo también lo noto. Debe de haber un buen movimiento de planetas. Mírame los brazos, llevo todo el día con la piel de gallina. Sea lo que sea, va a ser gordo -contestó con sinceridad, poniéndome el brazo cerca de la cara para que admirará los pocos vellos que tenia erizados.