Capitulo XXIV

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Vimos el coche en cuanto Karly y yo salimos del Ayuntamiento. Nos acercamos en silencio al vehículo. Miré a Karly con los ojos enrojecidos y ella me hizo inmediatamente un gesto para que le entregara las llaves del coche. Me deslicé en el asiento del pasajero sintiéndome peor de lo que recordaba haberme sentido en toda mi vida. Ella cerró la puerta del conductor, se inclinó hacia mí y abrazó mi cuerpo abatido. Me apoyé en ella y me eché a llorar de nuevo. Ahora mismo no tenía el menor control sobre mi estado emocional. ¿Pero quién podría echármelo en cara realmente? En cuestión de minutos se me había llenado el corazón de una pena increíble. La mujer que había llegado a amar había muerto en un accidente de coche por culpa de su ex novio alcohólico. Y recalco lo de ex.

No creía que tuviera posibilidades de volver a ver a Camila. Karly, sin embargo, parecía muy segura de ello. Me tuvo abrazada mientras mis sollozos se iban calmando y recuperaba la serenidad.

—¿Qué tal estás, Lo? —Me miró a los ojos.

—No sé qué sentir, Karly. Se ha ido de verdad. Ese hijo de perra la condujo, literalmente, a la muerte. Si no estuviera ya muerto, lo mataría con mis propias manos —gruñí—. ¿Cómo debo sentirme? Estoy como helada.

—Pues algo es seguro,yo no me voy a conformar pensando que esto es el final. Ya has demostrado que el tiempo no es un problema en este caso. Si no, para empezar, nunca habrías podido conocer a Camila. ¿Cierto?

—Cierto. Pero...¿Entonces qué vamos a hacer? —pregunté con curiosidad.

—Pues lo primero de todo, tenemos que comer algo, me muero de hambre. No voy a servir de nada si tengo el estómago vacío. Si no recuerdo mal, tú todavía no has comido hoy, así que también necesitas comer. Créeme, te va a hacer falta energía —dijo crípticamente.

—¿Puedo saber qué es lo que has planeado?

—Te lo diré cuando llegue el momento, Lauren. Te lo prometo, tiene que funcionar. —Sonrió.

—Me da la impresión de que no me va a gustar lo que sea que tienes planeado, Karly.

—Tal vez sí, tal vez no, pero más tarde se verá. Vamos, invito yo, vamos a comer.

—En realidad, no tengo hambre, Karly, en serio —dije y sus ojos azules se volvieron despacio hacia mí—. Pero intentaré comer —teminé con aire inocente. Dios sabe que la mujer tenía un genio de los mil demonios cuando se trataba de hacerme comer.

—Así me gusta. Vamos al restaurante de la esquina. Siempre tienen pizza y patatas, tal y como te gustan a ti —propuso.

—Me parece bien. Vamos allá. —Le sonreí débilmente. —Aunque creí que eras enemiga de la comida chatarra.

—Lo soy, pero creo que por hoy al menos, le concedo la batalla, sólo porque te encanta. —Sonreí sinceramente en agradecimiento. —pero no te a costumbres, que será la única vez.

El resto del trayecto transcurrió en silencio. Para mí era evidente que Karly estaba intentando pensar en algo para lograr que Camila y yo pudiéramos volver a estar juntas. Pero yo no sabía qué se podía hacer ahora que sabíamos que ya no estaba viva. No me gustaba emplear la palabra "muerta" tratándose de Camila. Hacía que todo pareciera irremediable.

Nos metimos en el estacionamiento del Park Diner y Karly apagó el motor.

—Muy bien, Jauregui, ¿lista para enfrentarte a tu público?

—¿Alguna vez lo estoy? —Sonreí y me miré en el espejo retrovisor. Me quité las marcas de sal seca de las mejillas y decidí que por el momento no iba a tener mejor aspecto—. Creo que estoy lista —dije y ella sonrió y abrió la puerta del coche.

A FRIEND IN NEED (camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora