Capitulo XIII

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—Bueno, ¿quieres salir a dar un paseo? —le pregunté, después de pasar varios minutos contemplando la vista y disfrutando de su compañía en un silencio extrañamente cómodo y reconfortante.

—No, yo... No quiero que me vea nadie así —explicó con tristeza.

—¿Camila? ¿Qué te ha pasado en la cara? —pregunté vacilante.

Se quedó callada y se apartó de la ventana para sentarse en el borde de la cama. Se quedó allí sentada con las manos recogidas en el regazo, intentando calmar sus emociones. Me di cuenta de que quería contárselo a alguien y tenía la esperanza de que se sintiera mejor cuando se hubiera desahogado.

Le voy a partir la cara a ese imbécil de Austin por esto.

—Después de lo del golpe en la playa, le dije a Austin que no quería verlo más —dijo con tono apagado. Me acerqué a ella y me senté a su lado en la cama—. Se enfado muchísimo. Me llamó tantas cosas desagradables que dejé de contar al cabo de un rato. Me fui de la fiesta en la playa y le dije a Dinah que regresaría a mi habitación porque no me encontraba bien. Estaba muy confusa emocionalmente con respecto a Austin y estaba muerta de preocupación por ti —dijo, mirándome a los ojos con tristeza. Si una mirada puede hacer que se te rompa el corazón, el mío en ese momento necesitaba una reparación—. Subí y oí que venía detrás de mí llamándome. Por suerte, le llevaba bastante ventaja y le dije al guardia de seguridad que no lo dejara pasar. Cuando se cerraba la puerta del ascensor, lo escuche gritándole obscenidades al guardia. Lo último que oí antes de que se apagara su voz fue cómo me advertía de que me las iba a hacer pagar. Más tarde me enteré de que los de seguridad del campus lo tuvieron que sacar del edificio. —Se detuvo cuando le empezó a temblar un poco la voz. Respiró hondo y continuó—. Entré en mi cuarto y durante unos días tuve miedo de salir. Al cabo de varios días, empecé a ir a clase y Austin no estaba por ninguna parte. Tenía la esperanza de que ya lo hubiera superado, pero por desgracia no fue así.

Me acerqué más a ella y le empecé a frotar la espalda dibujando pequeños círculos en ella. No me pidió que lo dejara, así que no lo hice. No sabía si debía decir algo en este momento, de modo que dejé que terminara.

—Hace unos días, estaba volviendo de mi clase de redacción. No iba prestando la menor atención a lo que me rodeaba porque hacía un día precioso. Antes de que me diera cuenta, ya estaba en el ascensor subiendo a mi cuarto. Salí del ascensor y alguien me agarró bruscamente del brazo. No necesitaba presentaciones, sabía quién era. El aliento a alcohol de Austin era lo único que me hizo falta para saber quién era. Noté que mi cuerpo se empezaba a desconectar como cuando me pegaba mi padre. —Se levantó, fue a la pequeña nevera, sacó una botella de jugo de naranja y se puso a beber. Vació la botella y volvió a sentarse en la cama—. Noté que Austin me arrastraba a mi cuarto por el pelo. La verdad es que no recuerdo gran cosa. Era casi como si lo estuviera viendo a través de los ojos de otra persona. Me agarró la mano en la que tenía las llaves y me la estrujó, desgarrándome la piel de la palma. Recuerdo que grité del dolor y solté las llaves. Él las levantó y abrió rápidamente la puerta de mi cuarto. Me tiró dentro y caí sobre la cama. Cerró la puerta de un portazo y se acercó a mí despacio como si yo fuera una especie de presa que fuera a cazar. Tenía los ojos muy vidriosos, era evidente que estaba drogado. Seguramente con cocaína, le gustaba aspirar eso más que el propio aire puro. Dijo que me iba a hacer ver que ningún otro hombre podría ser suficientemente bueno para mí. Si no me avenía a razones, se aseguraría de que nadie volviera a desearme nunca más. Me entró miedo, miedo de verdad. Ya había visto a Austin enojado otras veces, pero esta vez estaba descontrolado, totalmente fuera de sí. Supongo que cuando le grite que no quería verlo nunca más, se molestó un poco.

Me quedé ahí sentada con los ojos clavados en ella mientras revivía su historia. Mientras la contaba, parecía como si no le quedaran fuerzas para nada. El tormento que había sufrido le había robado toda la energía. Estaba ahí sentada contándome la historia sin la menor emoción, sin sentimiento, sin... vida.

—Me levantó agarrándome de la camisa y me pegó un puñetazo en la cara. Sólo recuerdo que vi las estrellas y aterricé de nuevo en la cama. La sangre que me llenaba la boca empezó a resbalarme por la garganta y me atraganté. Escupí un montón de sangre que cayó encima de las sábanas, de Austin y de mí. Me eché a llorar y le rogué que se olvidara de todo y siguiera adelante con su vida. No quiso ni oír hablar de ello. Me dio una bofetada en la cara y se puso encima de mí. No me cupo la menor duda de lo que quería hacer con esta visita. Se me revolvió el estómago y le vomité encima. Así sólo conseguí ponerlo aún más furioso y me pegó otro puñetazo en la cara. Después de eso me desmayé y cuando volví en mí se había ido. Seguía con la ropa puesta, así que supongo que no tuvo sexo conmigo, gracias a Dios. Por malas que fueran las palizas, nunca me violó y eso es algo que agradezco profundamente. Es decir, me había acostado con él, pero no quería que ni él ni nadie me tomara nunca así. Eso es algo que mi padre tampoco hizo jamás. No creo que hubiera podido tener una vida normal si lo hubiera hecho. No sé cómo puede sobrevivir la gente cuando ocurre algo así. Eso hace que me sienta mejor con mi propia situación, supongo. Mi vida nunca ha sido un lecho de rosas, pero no ha sido tan mala como la de otras personas, ¿sabes?

Supongo que cuando necesitaba hablar de algo, lo necesitaba de verdad. A mí no me importaba, mientras quisiera compartir algo de su vida conmigo, yo estaría ahí para escuchar.

Noté que mi propio cuerpo empezaba a temblar ante el cuadro que estaba pintando de su infancia. Me empezó a hablar de los malos tratos de su padre. Se me pusieron los ojos como platos al enterarme de los malos tratos que había sufrido durante la mayor parte de su vida. Me di cuenta de que quería que yo conociera toda la historia e intenté mostrarle todo el apoyo posible. Me puse furiosa al pensar que le habían hecho daño de forma continua. Seguro que jamás supo cómo debía ser una infancia de verdad: padres cariñosos, amigos con los que jugar a la pelota, un hogar al que no tener miedo. Desde luego, ésa no era la vida que había tenido. Yo no sé cuánto tiempo habría podido soportar vivir así sin marcharme o por lo menos matar a mi padre. Pero sí que sabía una cosa a ciencia cierta: iba a hacer todo lo posible para asegurarme de que nadie volviera a hacerle daño nunca más. Si eso suponía convertirme en guardaespaldas de esta mujer las 24 horas del día, pues no podría haber pedido mejor trabajo.

—Bueno, ahora que conoces mi sórdida y patética historia, ¿todavía quieres ser amiga mía? —preguntó con amargura.

—Oh, cielos Camz... no hay nada que desee más en este mundo, salvo tu felicidad y seguridad —contesté—. Por favor...por favor, déjame ayudarte a conseguirlas.

Se volvió para mirarme y ya no tuve forma de contener las lágrimas que me había esforzado por ocultar. Con sólo mirar su cara confiada, supe que ésta era una persona que compartía una parte muy profunda de mi alma. Dejé que se me escaparan las lágrimas. Levantó la mano y me las secó con los dedos.

—Muy bien Lauren Jauregui, confiaré en ti. Pero prométeme una cosa —sonrió.

—Lo que sea, cualquier cosa —me apresuré a responder.

—No rompas tus promesas, no de nuevo...por favor,  me moriría.

Me daba miedo pensar lo ciertas que podían ser esas palabras. Sobre todo con un psicópata como Austin en su vida.

—Te doy mi palabra como amiga y protectora: nunca incumpliré estas promesas que te hago. Pensaré en un modo de impedir que Austin vuelva a tocarte Camz. Lo juro.

—Gracias, Lauren. — Dijo suavemente, mientras me sonreía y luego apoyó la cabeza en mi hombro.

—De nada en absoluto, Camz...gracias a ti, por dejarme ayudarte. —Seguí acariciándole la espalda con los dedos y me incliné para besarle la cabeza.

Nos quedamos así sentadas largo rato. Me resultaba tan natural tocarla, reconfortarla. No había nada en el mundo que pudiera impedirme amarla también. Salvo, por supuesto, Su heterosexualidad, no podía amarla totalmente si ella no lo quería, pero de eso hablaríamos en otro momento. ¡Mierda! ¿Por qué siempre son Hetero?...

A FRIEND IN NEED (camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora