Capitulo XXVIII

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—¿Dónde demonios están? —grité llena de frustración.

Habíamos llegado a casa de Mahone, si se podía llamar así, y la encontramos prácticamente vacía. No había señales de Camila ni de Austin. Ni siquiera había nada que indicara que hubieran estado allí.

—¿Y ahora qué? —preguntó Dinah.

—No lo sé. ¿Por dónde solían moverse? —pregunté.

—Pues a Austin le gusta pasar el rato en Forest's. Es un bar que hay en Sheridan, no muy lejos de aquí. Podemos pasarnos por ahí para ver si los ha visto alguien. ¿Te parece bien? —propuso.

—Sí, vamos. Ahora mismo, cualquier cosa me parece bien. Estoy muy preocupada por ella. ¿Qué hora es? —pregunté y ella consultó el reloj.

—Poco más de la una. No me digas que te tienes que ir —dijo con los brazos en la cintura desafiándome a que dijera que sí.

—No, es que no quiero que esté demasiado tiempo con él, eso es todo —mentí. Sabía que si no la alcanzaba antes de las 10:44 de la noche, Camila iba a morir a manos del aborto andante Mahone, o por su forma de conducir, debería decir—. ¿Dónde está este Forest's, estamos cerca? ¿Podemos ir andando?

—Sí, podemos ir andando. Vamos. —Emprendió la marcha.

—Te sigo. —Eché a andar tras ella.

Subimos corriendo por Sheridan Road buscando el bar Forest's. Lo único que se me ocurría era, "¿Forrest Gump tiene un bar?" Sabía que ella no captaría la broma, de modo que no dije nada.

—Ahí está, Lauren. Pero no veo la camioneta de ese mamarracho —dijo abatida.

—No importa, a lo mejor alguien adentro los ha visto —le dije.

—Okay, entonces hay que entrar a preguntar —Y me siguió.

Entramos en aquel antro donde sólo olía a cerveza rancia y a humo.

—Mierda, me encantaría celebrar aquí mi banquete de boda —dije sarcásticamente.

—No lo digas muy alto, que alguien podría tomárselo como propuesta de matrimonio —dijo riendo.

—Agh. No quiero ni pensar en la clase de seres que vienen aquí —dije haciendo una mueca.

—Ni que lo digas. Ahí está Barney, creo que es el dueño del local. No entiendo cómo es posible que alguien se sienta orgulloso de proclamar eso en voz alta —dijo sonriendo y señaló a un hombre grueso que llevaba unos jeans vaqueros demasiado ajustados, una camisa roja de franela y una barba descuidada. Estaba sentado en la barra con un colega suyo. Era el hombre ideal para dirigir este bar, todo un macho, aunque era fornido también era bastante más bajo que todos en el establecimiento.

Si es que se le puede llamar establecimiento a este agujero ¡Agh!

—Hola, tú eres Barney, ¿verdad? —dijo Dinah, intentando llamar la atención del hombre. No debió de oírla, porque no se movió en absoluto.

—¡Hey, grandulón! ¡Temenos sed! —dije yo con mi propia versión del guión.

—Sí, señoras, ¿en qué puedo servirlas? —dijo babeando, mirándonos de arriba abajo. Me dieron ganas de partirle la cara.

Cuenta hasta diez, Lauren. No es más que el típico macho asqueroso.

—Oye, ¿has visto hoy a Austin y a su chica, Mila? —intentó Dinah.

—¿Austin? ¿Quién es ése? —De repente le entró un ataque de amnesia. Miró a su colega y se echó a reír. Yo perdí la poca paciencia que me quedaba.

A FRIEND IN NEED (camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora