Capitulo XII

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¿Me quedo aquí plantada todo el día esperando a que salga? ¿O derribo la puerta para convencerla de lo mucho que lo siento? Ah, claro, ésa es buena Lauren, demuéstrale una falta de control físico a una mujer que tiene miedo de las palizas de su novio...Debería llamar de nuevo y ver qué pasa.

Llamé otra vez, pero no pasó nada. Así que volví a llamar, esta vez más fuerte.

—Camila, sé que estás ahí. Por favor, escúchame....por favor.

Sí, ya, ¿y qué le vas a decir que pueda creerse?

—Vete de aquí Lauren. No quiero volver a verte —dijo Camila con severidad desde la puerta. Me di cuenta de que tenía la cara a pocos centímetros de ella. Apoyé la frente en la puerta y le volví a hablar.

—Por favor, Camila, de verdad necesito hablar contigo...¿Camz?...por favor...

Y necesito volver a ver tus preciosos ojos chocolate. Vamos, Camzi, abre la puerta, por favor. Vamos fuerza misteriosa, ayúdame ésta vez.

—¿Qué puedes decirme que me interese oír? —preguntó.

Buena pregunta.

—Necesito que sepas lo que ocurrió. Sé que tú y yo no nos conocemos muy bien y no hay nada que pueda decir sobre mi desaparición que pueda tener sentido alguno para ti. Pero tienes que saber que tuve que irme, Camz. No quise irme. No me quedó más remedio, Camila, por favor, créeme. —Respiré hondo esperando a ver si había algún cambio.

Nada. Nunca odie tanto el silencio.

—Camila, por favor, me conoces lo suficiente como para saber que si no significaras nada para mí, no estaría aquí ahora. Eso tienes que saberlo...Por favor, Camila, Por favor...abre la puerta. —Noté que se me apagaba la voz al pedirle por última vez que abriera la puerta. No sabía qué más podía decir. Si no quería verme, no abriría la puerta y cuando yo decidiera que era el momento de despertarme, regresaría de nuevo a mi vida futura.

Dios, qué jodido es todo esto.

Oí unos ligeros suspiros al otro lado de la puerta. Tenía la esperanza de que tal vez hubiera cambiado de opinión y quisiera abrir. Noté un golpe en la cara cuando estampó algo contra el otro lado de la puerta, golpeándome de paso. Eso me enseñaría a apoyar la cara en una puerta.

—¡Ay! ¡Maldita sea, mi nariz! —dije, sujetándome la nariz.

Oí una exclamación desde su cuarto y abrió la puerta de golpe.

—¡Oh, Dios!¡Lauren!¡Lo siento muchísimo! ¿Te hice daño? —dijo, tratando de verme mejor la cara.

Al mirar a la mujer más baja que tenía delante, vi que tenía la cara magullada. Las lesiones estaban empezando a verse un tanto amarillentas porque se estaban curando, pero aun se notaban a simple vista. Tome su cara entre mis manos con delicadeza y la miré a los ojos por primera vez. Ella supo inmediatamente lo que estaba haciendo y retrocedió al interior de su habitación. Esta vez dejó la puerta abierta. Me lo tomé como una invitación y entré y cerré la puerta detrás de mí.

—Camila, ¿qué te ha pasado? ¿Estás bien? —le pregunté, hablando con su espalda.

No oí ninguna respuesta, sólo unos leves sollozos que empezaron a salir de su cuerpo. Me puse detrás de ella y le coloqué ligeramente la mano en el hombro. Noté que su cuerpo se encogía ante el contacto, de modo que me aparté.

—Por favor...dime qué te ha pasado...¿Camz?. —Estaba casi suplicando. Tenía que saber qué había ocurrido. Aunque para mí no era un misterio quién había hecho esto: ese hijo de perra iba a pagar por ello.

A FRIEND IN NEED (camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora