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La semana transcurrió de forma normal, Adam iba todas las noches a mi habitación para ver películas o series, obviamente no podían faltar las sesiones de besos sin propasarse y debo admirar eso del chico, porque sabe respetar que todo debe ir a su tiempo sin forzar absolutamente nada. Mis padres ni mi hermano sabían absolutamente nada de las escapadas que se daban Adam a mi habitación, si supieran colocarían el grito en el cielo, tampoco quiero que echen a l chico por esta causa.

Era viernes, era la dichosa cena que teníamos con los tíos de Adam, nos encontramos a la expectativa de todo, aun no sabíamos absolutamente de los padres Raymond, mis padres han regresado extraños y no nos quieren decir que sucede, en sus palabras "todo pasara chicos" no nos responde nada, solo implanta la duda en nuestras cabezas. El auto de mi padre se detiene frente de un lujoso restaurante italiano. Mi padre le tiende las llaves del auto al valet mientras entramos al restaurante.

- ¿tiene alguna reserva? - iré preguntan a mi padre.

- Los Hoffman- responde. El mesero asiente con su cabeza y un sígueme. Seguimos al chico entre mesas. Los padres de Anthony habían reservado una mesa privada cerca de un balcón, al vernos se levantan de su puesto para empezar a saludar.

- Hola Tony. - abrazo a mi amigo como si nunca lo hubiera visto en mi vida, un carraspeo nos separa. Adam se encontraba con una ceja enarcada, me hago a un lado para saludar a los padres de mi amigo.

- ¡Amber estas hermosa! - Karen comienza a elogiar lo hermosa que luzco con el vestido que me había puesto. - de seguro tienes a muchos hombres detrás de ti. - una risilla nerviosa surge.

- Aun es una niña para tener novio. - dice mi papa serio.

- Concuerdo contigo papa. - como el par de cómplices que son chocan puños. Mientras por mi mente pasan todas las veces que Adam se metía a mi habitación.

- Gracias Karen, y no, como te podrás dar cuenta, tengo un padre y un hermano sobreprotector.

- Tu no le prestes atención a esos dos locos hija, puedes tener todos los novios que quieras. – el comentario hace que todos los rieran.

- Tomen asiento por favor. – dice Rubén señalando los asientos. Me siento al lado de mi amigo y justo del otro lado Adam, mi hermano en frente junto con mis padres, dos meseros llegan a nuestra mesa y comienzan a servir vino.

- ¿desean alguna entrada? - pregunta uno de ellos cuanto termina lo que estaba haciendo.

- Sí, yo quiero unas brochetas con camarón y su salsa agria. - dice Karen viendo en el menú.

- Yo también quiero unas brochetas de camarón. - responde Rubén.

Así el resto siguió pidiendo sus entradas.

Me sentía como en las reuniones familiares en donde los grandes estaban en su mesa hablando de cualquier cosa, en este caso hablaban acerca de empresas y de los viajes realizados por la familia Hoffman, en cambio nosotros estábamos aburridos viéndolos hablar de eso mientras comíamos las entradas.

- Escuche que tienen un partido en Nueva York el otro mes- Anthony les habla a los chicos. No había nada peor que hablar de empresa y viajes, que, de futbol, ahora si mi noche podría acabar de la peor forma.

- Si, las finales están a la vuelta dela esquina. - responde mi hermano. - ¿iras para apoyar el equipo?

- No tengas duda de eso, los vi jugar y son bastante bueno, ya quiero que les pateen el trasero a los leones.

- Somos más que buenos. - entra Adam a la conversación. - somos el mejor equipo colegial que pueda existir.

- Permiso, iré al baño. – dejo la servilleta encima de la mesa y hago la silla a un lado para poder salir. Siento las miradas de todos sobre mí, pero me da igual. Estaba aburrida de estar ahí sentada y no hacer absolutamente nada, afortunadamente el restaurante tenía un pequeño bar, sabía que no me iban a vender alcohol, pero si un vaso con agua y lo necesitaba rápido.

La gorditas también se enamoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora