Daniel abandonó su mesa en el segundo piso del club Zaphyr, para ir en pos de aquel castaño con el que había sostenido un ferviente contacto visual. No se trataba de las amenazas de Reiner de aprovechar la oportunidad antes de que él lo hiciera, sino una especie de instinto cazador que creía haber perdido hacía mucho.
Él no era el tipo de personas que creyera encontrar a su pareja ideal en un bar, ni tampoco que disfrutara los encuentros de una noche, pero por ese sujeto... por la sensación de estremecimiento que le había provocado... estaba dispuesto a hacer una notable excepción.
Después de todo, ¿por qué no creer que el amor podría aparecer en cualquier parte?
Entró decidido al baño, pero al entrar presenció una escena que definitivamente no había esperado.
Ese hombre estaba de pie frente al grifo, había mojado su cara y con los brazos temblorosos se sostenía del borde de los lavabos, mirándolo de cerca fue que supo que esos intensos ojos eran de un sorprendentemente cálido color miel. Una total ironía dada la intensidad con que lo había contemplado hacía poco.
Aunque sus hombros tensos le daban un aire masculino, por su rostro escurrían dolorosas lágrimas.
Vio en su faz una pena que conocía, el dolor verdadero.
Fue una escena tan extrañamente privada que no supo que hacer, pues verlo llorar no era algo que debería estar presenciando, no en un tipo tan desafiante como le había parecido ese sujeto. Pero ahí estaba, palidecido hasta lo níveo, desconectado de la realidad e inmerso en un sufrimiento que debía ser algo muy personal.
Un deseo de alejarlo ese dolor se apoderó de Daniel, fue tan avasallador que le sorprendió, pero cuando estuvo a punto de hablar, el otro susurró un nombre en una melancólica evocación.
Tuvo que hacer algo, se sentía como un espía en un momento así. Y era obvio que tendría que jugar muy bien sus cartas después de que fuera descubierto ahí si es que en verdad quería que ese hombre lo notara más allá de su intrusión.
- ¿Estás llorando?
Eso pareció dejarlo fuera de lugar, ese hermoso castaño se pasó las manos por sus ojos, sorprendido.
¿No se había dado cuenta de que lo estaba haciendo?
- Estoy bien- aseguró sin mirarlo, para después echarse más agua en la cara.
La educación de Daniel le decía que lo dejase en paz. Pero otra parte de sí lo encontraba imposible, ¿era morbo lo que lo hacía acercarse a él? La fascinación enfermiza bien podría considerarse así.
De pronto, deseó dar pasos largos hasta llegar a su lado y romper la distancia física que lo separaba de ese desconocido. No era un deseo lascivo... ¿o sí?
¿Podía sentirse atraído hacia alguien en cuestión de segundos? ¿Desear proteger del dolor a un perfecto desconocido sonaba como algo lógico?
- Estoy bien- repitió de nuevo el joven.
Daniel contuvo el aliento.
Tenía que hacer algo para conseguir que ese castaño lo mirara en vez de a su reflejo que tanto parecía afectarlo.
- ¿Tienes fuego?- le preguntó en un extraño impulso.
Y funcionó, finalmente él lo veía a través del espejo.
Su mirada de enfriaba de inmediato y lo analizaba sin ningún tipo de emoción, lo vio recorrerlo centímetro a centímetro y Daniel mismo se miró en el reflejo para saber qué podría estar viendo el otro.
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AFFAIR
FanfictionEl apuesto hombre de traje que Kyan Novak conoció esa noche le atrajo de inmediato. Él sería perfecto para calentar sus sábanas y hacerle olvidar a quien le había roto el corazón. ¿Cómo esperar que ese affair de una noche se convertiría en algo má...