CAPÍTULO 35: CENA NAVIDEÑA

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Aprovecho este espacio para agradecer mucho a quienes leen, votan y comentan Affair, prometo seguir escribiendo mucho misterio, hot lemon, drama existencial obscuro y claro, una que otra cursilería yaoiesca.

Sin más demora, disfruten el primer capi del año ;) 


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El auto se detuvo frente a las puertas del hogar del arquitecto. Sí, se trataba de un castillo, un maldito castillo.

Había olvidado por un momento del lugar donde ese guallen vivía. La mañana siguiente a haberlo conocido había atestiguado lo alejado de la civilización que ese lugar le hacía estar, pues habiendo declinado el ofrecimiento del chofer de Daniel de llevarlo de regreso a la ciudad había tenido que caminar lo que había parecido una eternidad, completamente miserable con la resaca del alcohol y sus malas decisiones.

Aún le parecía ridículo que hubiera gente viviendo en lugares así en pleno siglo XXI.

El trayecto en esta ocasión había sido reinado por un prudente silencio. Kyan había optado por enmudecer su rabia y miraba por la ventanilla sumido en sus obscuros pensamientos. No ignoraba intencionalmente a su acompañante pero lo cierto es que tampoco él le había dirigido la palabra, dejándole a solas consigo mismo.

El taxista, en el cual en verdad no había reparado hasta ese momento dijo con hastío la cifra a pagar: Ciento cuarenta euros.

Una abominación.

Daniel sin inmutarse buscó su cartera, pero Novak lo detuvo diciendo algo finalmente.

- No, siquiera lo pienses- amenazó, mientras sacaba su tarjeta.

El portugués no lo aceptó.

- No, de ninguna manera, ha sido mi elección aguardar todo ese tiempo, no la tuya.

- No tienes que ser un caballero, ya te dije que no soy una damisela. Y ésta no es una cita, ¿o sí?

- ¿Qué si lo fuera?- pareció retarlo el otro, como si le molestara lo que acababa de decir.

Al parecer no era del todo cierto eso de que sólo se trataba de una cena navideña de un par de marginados.

- Entonces el taxi me cobrará ciento cincuenta y cinco euros por llevarme de vuelta a mi departamento- contestó el financiero, muy muy serio.

Lascurain exhaló frustradamente. Pagar esa cantidad no debía significar nada para él, pero no permitirle hacerlo seguramente estaba hiriendo su orgullo de hombre rico.

- ¿Estarías dispuesto a que pagara la mitad entonces, Kyan?

Aceptó, para fastidio del conductor que tuvo que hacer dos transacciones en la terminal POS. Seguramente el taxista moría de ganas de deshacerse de aquellos tipos tan desesperantes y el castaño se compadeció de él por tener que soportar aquel drama la noche de navidad.



Entrar en esa mansión fue como regresar en sus recuerdos.

Las diferencias eran bastante obvias, él no estaba ahogado de alcohol y no había ido hasta ahí para follar con un atractivo desconocido.

Aunque Daniel seguía para su pesar siendo un hombre muy apuesto, distaba mucho de ahora ser un amante anónimo.

Para alguien normal, el hecho de conocer mejor a la persona por la cual hubiera atracción significaría sentir mucha mayor confianza al tener sexo con ella (después de consecuentes salidas juntos por supuesto) y no al revés. Y era en esas ocasiones en que Kyan se sentía como una gran puta.

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