CAPÍTULO 40: EL OTRO LADO DE LA MONEDA

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Disculpen la gran tardanza en subir el siguiente capítulo. Ya estoy de vuelta al ruedo!


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Sus ojos se fueron abriendo paulatinamente al tiempo que la maquinaria de su cerebro se ponía en marcha. Antes de que los pensamientos pudieran instalarse, las reminiscencias sensoriales del día anterior llegaron antes, aún podían saborearse, intensas. Muy intensas.

Deseó volver a cerrar la vista y perderse en lo extraordinaria comodidad de esa cama durante más tiempo.

Estaba... en la habitación del portugués.

Había vuelto a dormir con él.

Esta vez estaba en su cama. Envuelto en sus sábanas, desnudo completamente.

Una inspección de su brazo alargado sobre el lecho le reveló lo que ya sabía, que él había tomado un vuelo muy temprano y ya no estaba a su lado.

Esta vez Kyan lo aceptaba, había elegido estar ahí. Daniel no lo había forzado a nada y no había estado ebrio tampoco. Él mismo lo había provocado... totalmente.

Había querido hacerlo con ese hombre, después de haberle visto cocinar para él con total sencillez, después de la extraña dulzura que parecía escapársele a momentos, de la forma atenta en que sus nítidos ojos grises se posaban en él sin titubear mientras él mismo tenía una catarsis de sus problemas de manera muy inapropiada...

Esos mismos ojos claros que se habían cerrado también al besar sus manos heridas, intensificando la experiencia. Aún podía sentir el calor suave de tenerlo rozando agónicamente sus labios...

Esta vez nada tenía que ver la seducción, Kyan se había obligado a escuchar lo que Lascurain tenía que decirle. Después de esa cena, era lo menos que le correspondía.

¿Qué es lo que te frena de cerrar el espacio que existe entre tú y ese hombre que te gusta? se había preguntado, junto a él en la chimenea.

Hacía días la lista hubiera sido extensa; ser su compañero de trabajo, la suposición de que se encontrara en una relación, el temer volver a depositar su confianza en alguien...

Pero lo cierto es que ya no tendrían que verse por el proyecto Rá, que él le aseguraba ser un hombre libre y por encima de todo... el hecho, el patético hecho de que finalmente admitía que Ricard no iba a contactarlo, que después de su reunión con Sylvane, el mayor de los hermanos sabía de él y aun así.... no había movido un dedo para verlo.

Neru iba a olvidarlo y sus pensamientos se habían tornado cada vez más siniestros, haciéndole sentir igual de abandonado que con Rick y que con sus inexistentes padres, por lo que, ¿por qué no concederse el placer de besar a esa persona que sí quería estar a su lado?

Baladi incluso, suspicaz como podía llegar a ser, parecía tan entusiasmado con la idea de verlo de nuevo con alguien.

Kyan se lo debía a sí mismo, a su corazón mutilado.

Lo que había ocurrido anoche en esa cama era lo menos autodestructivo que había hecho en mucho tiempo.

Se sentía bien. Satisfecho.

¿Feliz?

Quizás... eso fuera ir demasiado lejos.

Se sentó en la cama y se peinó el cabello color caramelo que tenía hecho un desastre con los dedos.

Era una lástima despertar solo después de la noche que habían tenido, su cuerpo bien podría querer más de esa pantera negra.

Se tocó la barbilla, la temperatura de esa piel estaba un poco más alta, había besado y sido besado con tanta vehemencia que su mentón estaba irritado.

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