AFFAIR

CAPÍTULO 17: GRITO SILENCIOSO

Actualizo un poco antes porque estoy enferma y he tenido tiempo y porque el capi es un poco corto.

Como siempre, se agradecen sus opiniones, quejas y sugerencias ;)

Ja ne!

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En aquel callejón, justo frente a él, estaban violando a la hermana de Ricard. Al principio su cerebro no pudo procesarlo lo suficientemente rápido.

La luz con la que el tipo que la alumbraba, sólo iluminaba su cara. Veía su rostro totalmente perdido en la agonía.

Ella lo descubrió. Y si hubiera alguna duda de que aquello era un acto consensual, la súplica en esos ojos violetas aclaró que no. Tenía los labios rotos por lo que parecían mordidas y la barbilla bañada de sangre.

Lo que pasó enseguida careció de toda racionalidad. El impulso de Novak fue tan inesperado que tomó a todos por sorpresa. Fue hacia el hombre que la atacaba, tomó el brazo con que la sujetaba y lo jaló hacia atrás, separándolos, ese movimiento le permitió tomar el impulso suficiente para lanzarle un puñetazo con tanta fuerza que lo hizo caer al piso. ¡Y vaya que debió haber requerido furia lanzar a un tipo de ese tamaño! había sido tan repentino también que paralizó la escena.

- ¡Más les vale no hacer algo más estúpido de lo que ya han hecho!

El doctor Lundgren no se movió un ápice, recuperándose de la sorpresa a la vez que daba una calada a su puro. Enfrío su cabeza con ese humo en sus pulmones, antes de decir algo.

- Kyan Novak, nos presentaron hoy. ¿No dijo tu precioso amigo Baladi que eras cercano de Mestri? No creo que le caiga bien a tu amiga un conflicto con la galería que la expone.

- ¿No me escuchaste?- rugió el castaño en respuesta, mostrando los dientes- ¡¿Y tú tampoco?!- cuestionó al hombre que recién había tumbado y que se guardaba apresuradamente su pene aún hinchado en los pantalones.

Kyan jaló de un tirón a Sylvane a su lado. Quiso colocarla atrás de él, pero ella no pudo sostenerse en pie. Estaba tirada en el piso con una camiseta gris semiabierta que mostraba un brassiere color carne, no llevaba nada más, sus manos estaban puestas firmemente en su sexo, sus brazos mostraban una piel llena de mordidas, iba descalza y sus pies estaban enrojecidos por la quemadura de la nieve.

La lámpara del hombre de cuero iluminó a Kyan, tomándole también una foto con todo cinismo. No tardó en dar un golpe a aquel aparato, lanzándolo al suelo.

- ¿Qué clase de enfermos hacen esto? ¿Qué mierda tienen que tener en la mente? Tú, más que el otro- señaló a Olaf- ¡tú disfrutas viéndolo! Y estos imbéciles no deben ser más que unos gorilas a los que les prometiste unos billetes. ¿Te parece artístico? ¿Crees que es muy existencial violar a una joven?

El hombre de cuero miró al galerista con la incógnita de qué actitud adoptar, pero el médico parecía completamente ajeno a las implicaciones de lo que estaba haciendo.

- Quizá Sylvane no vaya a contarte como terminó en esa situación- dijo el psiquiatra- pero yo no he hecho otra cosa que dejar que las cosas pasen y además... nadie está forzando a esta zorrita a mostrarle su culo a dos hombres en un callejón.

La furia que invadió a Kyan fue difícil explicar para sí mismo después.

Cerró su puño queriendo callar esa boca ofensiva y lo estrelló contra esa fuente de blasfemias. El hueso contra hueso hizo evidente lo doloroso de aquel golpe para quien acababa de recibirlo. Olaf fue impulsado para atrás, pero logró no perder el equilibrio.