AFFAIR

CAPÍTULO 19: INTIMIDAD

Decidí que en Affair los capítulos serán más largos que las cuatro hojas que he estado haciendo en mis historias, tomé esa decisión porque de otro modo me temo que llegaría a más de mil episodios! <--- exagerando un poco.

¿Será una buena señal que cada vez mis fics sean más largos? Estoy consciente que eso desalienta a muchos a leer, pero creo que no puedo dar marcha atrás.

Y por cierto, he agregado el título de la historia a la imagen de portada, ¡sería una carátula de un libro romántico que Daniel leería! (quien por cierto es el de la imagen *guiño guiño* )

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Victoria salía de la limousine. Regresaba sola a casa.

Había sido una noche desgastante en aquella inauguración cuya exposición ni siquiera había visto. Antes de marcharse le había avisado a su amigo Reiner que se iba. Sola. Y que no se molestara en acompañarla de vuelta. Ante la obvia pregunta de si todo estaba bien, ella optó por decirle que hablarían al día siguiente.

No tenía a que quedarse en ese lugar después de la intensa conversación que había tenido con Roger y de haber visto al que sospechaba tenía algo que ver con Daniel.

Viriato le abrió la puerta del vehículo al llegar al castillo Lascurain, no tenía energías ni siquiera para agradecerle.

Entró con paso lento. Incluso el espeso abrigo de piel de zorro blanco era insuficiente para calentar su cuerpo en esa fría noche.

Había pasado casi toda la velada en el balcón de los fumadores, supuso que muchas personas se habían perdido de echarse un cigarrillo al salir y encontrarse con ellos dos hablando en un tono un poco más elevado de lo políticamente correcto.

Había pasado muchos meses sin hablar con él y era obvio que tenían muchos asuntos por tratar, sin embargo ninguno había podido hacer de lado sus sentimientos e inevitablemente habían caído en el lugar común en que estaban estancados los últimos meses.

No era fácil perdonar una traición.

Situaciones como esa le hacían dudar del porqué había vuelto.

Negó con la cabeza mientras se quitaba los zapatos, los tacones altos nunca le habían molestado mucho los pies, estaba más que acostumbrada, pero le agradaba sentir el frío piso de piedra en las plantas.

Avanzó por aquel hogar envuelto en silencio y obscuridad.

El que Dan hubiera hecho parte de ese espacio su despacho no le restaba privacidad, dado que el área de trabajo estaba delimitada por enormes cristales traslúcidos. Con todo, era inevitable sentir como el ambiente había cambiado desde que había vivido ahí.

Tenía un toque inconfundiblemente moderno que contrastaba con las líneas medievales del castillo que la última remodelación del arquitecto había formado. Un sitio majestuoso, pero en ocasiones terriblemente enorme y solitario.

Le preocupaba que Dan pasara tanto tiempo en ese sitio que llegaba a asemejarse a una tumba.

Tardó varios minutos en llegar entre tanta inmensidad a la habitación de éste para buscar a su hijo, estaba segura de que los encontraría ahí a ambos.

Abrió la puerta con cuidado y cuando entró, sintió un inesperado golpe de culpa.

Los dos estaban profundamente dormidos, abrazados el uno al otro en la enorme cama.  Parecían como dos huérfanos buscando consuelo.

La idea sonaba dramática, pero los ánimos de Victoria así se sentían también.

Tanto Josú como Dan olvidaban sus pérdidas. No pudo evitar preguntarse cuál era su responsabilidad en todo eso. Nadie merecía tener una familia fragmentada, pensó.