CAPÍTULO 9: LA LLAMADA

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"Me parece que tienes mucho que contarme" había dicho su amigo Baladi a quien se había encontrado afuera de Muggen. El viento invernal hacía flotar las hebras más ligeras de su cabello dorado mientras caminaban al edificio.

Novak lo rebasó rápidamente. Aunque tenía frío, sus mejillas seguían sonrojadas y su pelo alborotado, la camisa la llevaba puesta sin poner los últimos botones y tampoco había tenido tiempo para cerrarse la bragueta del pantalón, dentro del cual una parte de su anatomía aún no se había deshinchado del todo. Era buena esa temperatura helada, porque le arrebataba a su cuerpo los vestigios de aquel placer no solicitado de Daniel Lascurain.

Pese a que Enzo trabajaba en la misma compañía que él, no era la situación más común topárselo por casualidad en la calle, su trabajo como publirrelacionista poco tenía que ver con el suyo que seguía un horario formal de oficina. Cuando se veían, usualmente era algo acordado.

Quería almorzar con su amico sin duda, no lo había visto en varios días, pero estaba ganando tiempo para no narrar su fin de semana. No es que fuera un mal amigo, es que de verdad quería evitarse el penoso interrogatorio y las vergonzosas respuestas que tendría que dar.

Y es que había actuado como un estúpido, por haber permitido que todo aquello pasara con aquel sujeto. Que siguiera pasando.

- ¿Estás ignorándome, Key?

Su comentario lo hizo reaccionar, ¿cuánto tiempo llevaba sin decir una palabra?

- No, por supuesto que no.

Tenía que admitir que no siempre correspondía correctamente a la amistad de Enzo y eso era algo que lo hacía sentir culpable... a veces.

- Bueno, no puedo evitar darme cuenta de que últimamente andas muy cotizado, ¿un hombre en limousine insistiéndote una cita?

Novak se anudaba la corbata sintiéndose un estúpido. ¿Cuánto tiempo iba a tener que esperar para abrocharse los pantalones sin que nadie lo mirara extraño?

- Ese tipo es un idiota y el que tenga dinero no lo hace mejor.

- Pero accediste a cenar con él, ¿certo?

De pronto el semblante del castaño tomaba seriedad. Mucha seriedad.

- No estoy juzgándote, sabes que no es mi estilo. Pero me preocupo por ti cuando te desapareces de esa manera. Porque sé lo autodestructivo que puedes llegar a ser cuando te tomas demasiado en serio las cosas.

El otro le devolvió una fría mirada.

- Él es el arquitecto del proyecto Rá.

El italiano se mordió sus labios, conteniendo la risa.

Tal como había esperado, Enzo estaba disfrutando su confesión.

- Está bien, ¡no voy a decir nada más! ¡Eres tú el que tiene una historia que compartir!

- -

En el último piso del elegante edificio moderno que era Muggen, había una terraza cubierta con una vista 360 de Luxemburgo; siendo el Cuarto Europeo el barrio en que se encontraban, no muy lejos se divisaba la filarmónica hermosamente blanca y fractal muy cercana a ahí, el puente Charlotte uniendo la avenida Kennedy como principal vía de ese barrio con Limpertsberg al oeste, las copas de los árboles de la parte vieja de la ciudad a la distancia y al otro lado más verdor de las montañas heladas en que la perspectiva permitía distinguir en ocasiones a los aviones que iban rumbo al aeropuerto.

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