Capítulo 3 -Fantasmas del pasado y del futuro-

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Vagalat... —alguien susurra mi nombre—. Vagalat, recuerda.

Abro los ojos y observo sorprendido que no tengo la cadena incrustada en la muñeca. Miro a mi alrededor, busco a Valdhuitrg, pero no lo encuentro. Lo único que veo son los árboles de troncos rojos y hojas amarillas que me rodean.

«¿Qué es este lugar?» me pregunto mientras me levanto.

Una brisa me acaricia la piel, roza la hierba azulada y eleva una fina capa de partículas cristalinas que flotan delante de mí. Alzo la mano, la muevo y acaricio unas cuantas sintiendo el intenso frío que desprenden.

Debes seguir recordando —la voz se propaga desde el interior del extraño bosque—. Tu camino te espera y no puedes tardar en recorrerlo. —Miles de susurros repiten: "recorrerlo"—. Debes hacer que las llamas de tu ser vibren.

Me miro las manos, siento un profundo calor y veo cómo el aura carmesí las recubre. Mientras contemplo el baile de energía, el bosque se descompone y su lugar lo ocupa un paraje oscuro en el que solo brillo yo y un objeto que desciende a gran velocidad.

Alcanza el silencio —escucho cómo alguien susurra cerca de mí.

Observo que lo que brilla es la cadena que me une a Valdhuitrg y me doy cuenta de que estoy viendo cómo caemos después de haber sido tragados por el portal.

Eres silencio —oigo las voces acercándose—. Tu naturaleza te espera. Recuerda quién fuiste. Recuerda quién eres.

Notando cómo vibra mi alma, viendo cómo empiezo a descomponerme en energía, murmuro:

—Silencio...

***

Los párpados me pesan, me cuesta abrir los ojos y, cuando lo consigo, apenas soy capaz de distinguir pequeños destellos en la oscuridad. La muñeca arde, el cuerpo duele y los músculos palpitan. Apenas puedo mover la mano del brazo encadenado.

—Malditos Ancestros... —suelta Valdhuitrg antes de gruñir—. No tenéis bastante con haberos adueñado de lo más preciado... No... —Golpea el suelo y siento las vibraciones en la espalda—. Además de arrebatármelo, disfrutáis devolviéndome aquí, negándome la muerte... —Suspira—. Disfrutáis torturándome con el cautiverio en este mundo de ilusiones...

Aunque apenas lo percibo, escucho el sonido de algo corroyendo la piel de mi aliado. Con gran esfuerzo, parpadeo, aclaro la visión, me incorporo y observo su rostro iluminado con las luces que producen las llamas de una pequeña hoguera.

—Estás... —Me callo, me sorprende tanto que no estoy seguro de lo que estoy viendo.

Valdhuitrg me mira.

—¿Nunca antes habías visto llorar a un demonio? —me pregunta mientras las lágrimas le corroen la piel de la cara—. Ahora entiendes por qué se piensa que los demonios no lloran. —Se pasa la mano por los pequeños surcos humedecidos con un líquido corrosivo y luego observa cómo la punta del dedo suelta un humo casi transparente—. Los demonios no solemos llorar porque cuando lloramos sentimos que los ojos se deshacen, que el alma se consume y que la piel se evapora. —Baja un poco la mirada—. Evitamos expresar nuestro dolor porque al hacerlo sufrimos más que la mayoría de seres. —Hunde la mano en el suelo y desgarra la roca—. Nacimos condenados.

Me duele tanto el brazo encadenado que me cuesta mucho empezar a moverme. Aprieto los dientes, me levanto, me acerco a él y me siento al lado de la hoguera.

—Valdhuitrg... —Durante unos instantes dejo que el silencio reine en esta pequeña gruta—. No sé qué te quitaron Los Ancestros, no sé qué te hicieron para que perdieras la esperanza, pero te prometo...

Los Ancestros del Silencio [La Saga del Silencio parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora