Capítulo 13 -Las profundas aguas de un tiempo incierto-

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—Vagalat —escucho cómo una voz familiar repite varias veces mi nombre.

No sé dónde estoy, tan solo sé que estoy rodeado de oscuridad y que un frío que me hiela el alma comienza a abandonarme mientras siento como si alguien se moviera cerca de mí.

—Vagalat —vuelvo a oír cómo alguien pronuncia mi nombre.

Extiendo el brazo, trato de alcanzar a quien se mueve cerca de mí, pero lo único que logro es que la mano se desplace por este espacio vacío que está envuelto por una intensa negrura.

—¿Quién eres? —pregunto mientras doy un par de pasos.

El silencio se adueña del lugar y quien sea que hasta unos instantes caminaba a mi alrededor deja de moverse.

—Soy tu pasado... —Me doy la vuelta en busca del origen de la voz y me sorprendo cuando una porción de la oscuridad desaparece al ser alejada por un brillo blanquecino que ilumina a una figura—. Soy tu pasado y tu futuro.

—¿Ghelit...? —pronuncio con la voz cargada de emoción—. ¿Eres tú?

El amor de mi vida me sonríe mientras sus cabellos dorados reflejan la luz y dotan a su rostro de unos tonos que resaltan aún más su belleza. No dice nada, permanece en silencio observándome, reflejando en sus ojos lo que siente por mí, el anhelo que la posee y que la lleva a desear estar a mi lado.

—Ghelit... —pronuncio su nombre con los ojos vidriosos y las mejillas humedecidas por las lágrimas—. Te echo tanto de menos...

Doy unos pasos, me acerco a la mujer que amo, pero, cuando tan solo me faltan un par de metros para alcanzarla, el brillo que la baña se oscurece, la piel y la ropa se le agrietan, su imagen se fractura y de las fisuras emerge una arena que no tarda en arrastrar el cuerpo de Ghelit convirtiéndolo en un montón de polvo.

—¡No! —bramo, abalanzándome hacia los granos que al cogerlos se tornan negros y desaparecen—. ¡No! —vuelvo a gritar, aferrándome a la arena que sostengo, apretándola, acercando los puños al pecho en un vano intento de evitar que se descomponga.

Mientras una potente luz ilumina mi alrededor, mientras empieza a tomar forma una sala circular en la que se hallan representadas en mármol negro multitud de figuras, mis sollozos resuenan con fuerza y mis lágrimas bañan mi rostro.

—No, no, no... —repito, hundiéndome, arrodillándome, agachando la cabeza y posando la frente contra la superficie brillante de las losas oscuras—. No, por favor, no. —Tras un tiempo que se me hace eterno, en medio de los intensos llantos, abro las manos y las miro en busca de los restos polvorientos de Ghelit—. No... —susurro viendo que ya no queda nada de ella.

Sin poder evitar sucumbir a una profunda tristeza, sin levantarme, apoyo la espalda contra la base de una escultura y bajo la mirada. No sé qué es este lugar, no sé qué representa y tampoco quiero saberlo, lo único que me importa ahora es que una vez más he vuelto a perder a la mujer de mi vida sin poder hacer nada por evitarlo.

La tristeza, poco a poco, comienza a trasformarse en ira, y la ira no tarda en dejar su espacio al odio. Odio a mí mismo. Odio a mi impotencia. Odio a mi debilidad. Odio a no ser capaz de salvar a los que me importan. Odio por no haber estado cuando mis hermanos me necesitaron. Odio por dejar que exista este futuro de corrupción. Odio al permitir que la parte oscura de mi ser tomara forma y comenzara a controlar mi poder. Odio porque en otro tiempo no desperté y me convertí en el hombre mayor que vive atormentado por la derrota. Odio hacia todo lo que represento.

Con el rostro reflejando la rabia que siento, aprieto los puños y los dientes, me levanto y bramo:

—¡Todo es culpa mía! —Dirijo la mano hacia una estatua que representa a un demonio aferrado a un bastón e inconscientemente proyecto un rayo rojizo que la destroza—. Yo soy el culpable, yo soy el culpable —repito, elevando los brazos que se hallan envueltos por el aura carmesí—. Soy el culpable de que se perdiera la guerra —mascullo y genero un estallido de energía que destruye la sala y las representaciones de seres que desconozco.

Los Ancestros del Silencio [La Saga del Silencio parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora