Capítulo 32 -La luz tras el espejismo-

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Sintiendo la fuerza del viento en el rostro, viendo cómo el muro de ceniza se aproxima a gran velocidad, elevo la mano, apunto con la palma hacia la marea de polvo negro, manifiesto el aura negruzca y carmesí y genero una gran barrera en forma de cúpula de energía invisible.

Mientras la ceniza avanza bordeando y cubriendo la protección que he creado, mientras siento la carga de la fuerza creada por Los Ethakhor, intensifico el poder que alimenta mi ser, aprieto los dientes, alzo el brazo y apunto hacia el firmamento.

Viendo el esfuerzo que estoy haciendo, Él me dice:

—Cuánto has cambiado. —Mueve los dedos deformes de la mano indicándoles a Los Conderiums que avancen—. Ambos hemos cambiado. —Comienza a caminar detrás de sus secuaces—. La corrupción de Los Ancestros, la lucha contra su poder, nos ha cambiado. Nos ha impulsado a ser capaces de dejar nuestro odio a un lado. —A la vez que traspasa la barrera que he creado y se adentra en la ceniza, añade—: Los hijos de una creación consumida, los que nacieron bajo la luz de un poder ancestral, han conseguido lo impensable. Los Ancestros han logrado hacernos de nuevo aliados.

Pensando en lo que acaba de decir, en cómo ha cambiado todo tras la destrucción del Mundo Ghuraki, en cómo Los Ancestros ha conseguido que ignore el desprecio y el odio que siento por El Señor de Abismo, observo a mi doble oscuro, a mi otro yo surgido de una realidad consumida, y susurro:

—Tienes razón... He cambiado... Ambos hemos cambiado... —Dirijo la mirada hacia el punto por donde Él se ha adentrado en la ceniza—. Una fuerza superior a nosotros, una que rivaliza con el propio Silencio, nos ha obligado a dejar atrás lo que sentimos. —Apunto con la palma hacia la ceniza y lanzo un haz carmesí y negruzco que la hace retroceder lo suficiente para permitirme ver qué están haciendo Los Conderiums—. Nuestras decisiones nos conducen hacia distintos futuros ocultos, pero muchas veces hay fuerzas invisibles que logran que seamos capaces de ver hacia dónde nos dirigimos. —Observando cómo un Conderium coge del suelo y carga al hombro al ser que El Señor de Abismo creó, al hombre que tiene la cara cubierta de tatuajes rojos, viendo cómo Él manipula la ceniza para que no pueda dañarlos, bajo el brazo—. Somos esclavos del destino, pero también somos los amos de los pasos que nos llevan hacia él...

Valdhuitrg, que está lo suficiente cerca y ha escuchado lo que he dicho, suelta:

—Vagalat, mi abuelo siempre decía que antes de nacer elegimos el camino que queremos seguir. —Lo miro de reojo—. Me repetía que por más que quisiera no podría evitar encontrarme con fuerzas que buscarían alejarme de lo que había venido a hacer. —Observa cómo Él y Los Conderiums vuelven a adentrarse en la cúpula invisible—. Puede que antes de que todos naciéramos trazáramos un destino, uno que estuviera ligado a la destrucción de Los Ancestros.

Athwolyort enarca una ceja y dice:

—¿Quieres decir que antes de que mi santa madre me engendrara decidí unir mi destino al de un demonio medio loco y al de un humano con la capacidad de sacar de su alma un pollo negro volador? —Suelta una carcajada tosca—. Me gusta la idea.

Con media sonrisa marcada en el rostro, contesto:

—Estamos aquí. No sabemos si algo nos ha empujado a este momento, pero sí sabemos que deseamos estar aquí, que ansiamos acabar con Los Ancestros. —Dirijo la vista hacia El Conderium que carga con el hombre de los tatuajes en la cara, veo cómo se adentra en la cúpula y cómo lo deja en el suelo—. Erradicaremos la imperfección de la existencia. —Alterno la mirada entre Valdhuitrg y Athwolyort—. Hemos recorrido El Ghoarthorg, las ruinas de la ciudad y este mundo para llegar hasta aquí. Eso es lo único que importa.

Valdhuitrg se contempla la mano, ve cómo brilla envuelta en llamas, me observa de reojo y contesta:

—Durante mucho tiempo creí que mis días de lucha habían acabado, que tan solo me quedaba consumirme vagando por El Ghoarthorg. —Inspira despacio—. Si estoy aquí es por ti. Porque me devolviste la esperanza. —Me mira a los ojos—. Gracias, Vagalat, por darme lo que necesitaba para reemprender la lucha. —Dirige la mirada hacia Él, que se está aproximando al hombre de los tatuajes—. Gracias por darme la oportunidad de obtener la venganza de mi pueblo y la de aquellos que cayeron luchando a mi lado en las rebeliones.

Los Ancestros del Silencio [La Saga del Silencio parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora