Capítulo 33 -La última esperanza-

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Apenas consigo mantenerme en pie, me cuesta respirar, intento aguantar, pero las piernas me fallan y me derrumbo.

—Viejo amigo... —susurro mientras caigo.

Antes de que mi cuerpo impacte contra el suelo, Asghentter me alcanza, me sostiene, me ayuda a levantarme y me afirma cogiendo mi brazo, pasándolo por su cuello y apoyándolo en sus hombros.

Con la vista cansada, lo observo sin creerme del todo que esté aquí. Tras tanto tiempo, tras tantos espejismos y falsas ilusiones, me es difícil superar la desconfianza. Aunque, por más que la duda cobra fuerzas, la luz que proyecta mi viejo amigo hace que finalmente sí sienta que es real.

Ignorando el dolor que me produce hablar, ignorando las punzadas que surcan las cuerdas vocales cuando las empiezo a mover, miro a Asghentter y le pregunto:

—¿Qué pasó después de tu muerte en El Mundo Ghuraki? ¿Dónde fue tu alma cuando te sacrificaste para frenar a We'ahthurg?

El Primigenio centra la mirada en mis los ojos y contesta:

—Estuve mucho tiempo vagando, perdido entre las energías que confluyen en las distintas creaciones, surcándolas sin recordar quién era ni cuál era mi misión. Vagué por las profundidades del Silencio, de La Nada y otras fuerzas. —Se queda pensativo unos segundos—. Lo hice hasta que fui reclamado por un poder antiguo. Una fuerza anterior al Silencio. Vagué sin recordar quién era hasta que La Luz Perpetua me llamó.

—La Luz Perpetua... —susurro, recordando al Ancestro renegado y a las visiones que me mostró de la antigua creación.

Al notar que sé de la fuerza ancestral de la que me habla, Asghentter prosigue:

—Ese antiguo poder me llevó a su época, a la creación que alimentó durante una eternidad.

Pensando en su viaje a una era remota, digo:

—Te llevó a la creación donde nacieron Los Ancestros...

El Primigenio se sumerge en recuerdos y responde:

—Me llevó a esa creación, pero a una época en la que Los Ancestros aún no habían sido creados. A un tiempo donde tan solo existía La Luz Perpetua y Los Therliomhusgt.

Mientras noto cómo Asghentter insufla en mi ser un poco de su luz, mientras siento cómo su poder me fortalece, mientras el cansancio abandona mi cuerpo poco a poco, pregunto:

—¿Los Therliomhusgt? ¿Qué fueron, la primera creación de La Luz Perpetua?

Cuando percibe que parte de mi fuerza ha retornado a mí y que ya soy capaz de mantenerme en pie, Asghentter se separa de mí y contesta:

—Los Therliomhusgt fueron lo más parecido a dioses primigenios. Eran fuerzas con consciencias compartidas que se expandían continuamente por el reino infinito de La Luz Perpetua. —Recordando su estancia en esa antigua creación, guarda silencio unos segundos—. Sus mentes eran complejas, la forma de comunicarse, de adentrarse en mis pensamientos, no fue inmediata. Les costaba entender los límites de mi consciencia y les fue difícil llegar a mí sin hacer que sus pensamientos me desgarraran. No estaban acostumbrados a tratar con alguien que no fuera infinito.

Me quedo observando a mi hermano, viendo cómo se refleja en sus ojos cierta nostalgia por el tiempo vivido en la antigua creación.

—Los Therliomhusgt... La Luz Perpetua... —Miro a Asghentter a los ojos—. Te reclamaron por una razón. Tuvieron que hacerlo porque percibieron lo que sucedería.

De forma inconsciente, El Primigenio se acaricia la parte del pecho donde se aprecia la esfera azul que guarda a las últimas almas de su mundo.

—Lo hicieron para restaurar a los pequeños. —Baja un poco la cabeza y contempla el brillo azulado que emerge de su piel—. Lo hicieron para que no perdiera la razón al tratar de recomponerme. Como ya me pasó antes. —Despacio, eleva la mirada y la centra en mis ojos—. Gracias a Los Therliomhusgt descubrí más de mi autentica naturaleza. Gracias a ellos, supe que fui moldeado con un pequeño fragmento que sobrevivió a la destrucción de su creación. Gracias a ellos, supe que fui creado a partir de un pedazo de La Luz Perpetua.

Los Ancestros del Silencio [La Saga del Silencio parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora