Capítulo 29 -La Luz Perpetua-

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Empujado por la marea que genera la energía de las ascuas oscuras, convertido en una infinidad de partículas que surcan un tiempo y un espacio que hace mucho que dejó de existir, sintiendo las fluctuaciones que sacuden los cimientos de lo que todavía existe, percibiendo las grietas que resquebrajan los últimos pilares del Silencio, notando cómo la fuerza de la imperfección aumenta, cómo Los Ancestros renacen y extienden sus dominios más allá de la prisión que los retuvo durante interminables eones, uso el control sobre mi poder para acelerar el viaje y llegar cuanto antes a la morada del Ancestro que renegó de sus hermanos.

Sin que la velocidad cese, comienzo a materializarme en un inmenso vacío y atisbo a lo lejos una gran montaña que se erige sobre una densa capa de niebla gris. Cuando me acerco, antes de que me dé tiempo de frenarme, una fuerza ajena a mí me detiene y me conduce hacia la enorme isla flotante.

En un primer momento, siento el impulso de liberarme y luchar contra el poder invisible que tira de mí, pero, al sondear la esencia de esa fuerza y asegurarme de que no es hostil, dejo que me siga llevando hacia la ladera de la montaña.

Una vez la fuerza se retira, una vez me deja sobre la isla, penetra en mí la calma del entorno. Este paraje, construido cerca de lo que antaño fueron un cúmulo de mundos inmersos en una profunda paz, trasmite con intensidad las emociones y sentimientos del que ha permitido que la montaña siga existiendo, de quien la ha mantenido como un monumento al recuerdo de un era pasada, de un tiempo fracturado por fuerzas antiguas.

Sintiendo cómo algunos recuerdos que no me pertenecen se abren paso hasta mi mente, notando cómo la isla proyecta en mí visiones de un lugar extinto, susurro:

—El Ancestro... —Dirijo la mirada hacia la hierba amarilla que permanece inmutable sobre parte de la ladera—. Diste forma a esta montaña para almacenar los recuerdos de la creación en la que naciste, para guardar lo que viviste y perdiste, para no olvidar lo que pasó...

Casi como si fuera una respuesta, la montaña tiembla ligeramente y sobre su superficie se crea una escalera que serpentea la ladera en dirección hacia la cumbre. Observando los gruesos escalones amarillos, viendo cómo se funden con la roca y la hierba, empiezo a ascenderlos percibiendo parte del dolor que proyecta la parte más profunda de la montaña, sintiendo el tormento que El Ancestro esculpió en roca para poder sobrellevar su carga.

A cada paso que doy, a cada escalón que subo, noto cómo aumenta el poder de aquel que renegó de sus hermanos. Siendo consciente de que si quisiera podría haberme destruido o enviado a algún paraje de que no podría retornar, susurro:

—Quieres compartir tu dolor...

En silencio, percibiendo cómo se intensifica la fuerza del renegado, cómo va creciendo a medida que me acerco a la cumbre, pienso en que da igual quiénes seamos y el poder que tengamos. Todos —dioses, demonios o humanos— padecemos y sufrimos, nadie se libra del dolor y la culpa. El verdadero poder está en soportarlo, en aprender de ello y no cometer los mismos errores una y otra vez. Eso, y no la capacidad de destruir o crear universos, es lo que hace a alguien realmente poderoso.

Sintiendo la inmensa culpa que proyecta la montaña, susurro:

—Eones de culpa y dolor...

Poco a poco, a medida que me acerco a la cumbre, veo cómo la ladera se trasforma, cómo la hierba deja paso a algunos árboles con grandes ramas que se alzan decenas de metros cubiertas por hojas amarillas. Mientras asciendo el último tramo cubierto por un bosque que se va tornando más frondoso, escucho el chisporroteo que producen las nubes amarillentas que se alzan por encima de la cumbre.

Cuando los intensos chasquidos se vuelven más intensos, cuando subo los peldaños finales de la escalera y alcanzo la cumbre, noto cómo el aire vibra y siento cómo tiembla el espacio que rodea la parte alta de la montaña. La fuerza del Ancestro que renegó de sus hermanos es tan intensa que no solo condensa fragmentos de un universo olvidado, sino que además los deforma fundiéndolos de un modo que hace imposible que se extingan del todo, alargando eternamente el instante en el que fueron arrancados de una existencia moribunda.

Los Ancestros del Silencio [La Saga del Silencio parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora