Escucho los rugidos que provienen del cielo, los siento desgarrar la atmósfera y estremecer el aire mostrando que este lugar les pertenece, que cualquier cosa que se halle aquí es de su propiedad.
Por más que abro los párpados, por más que me esfuerzo, durante un tiempo que no sé medir, uno que por momentos me parece eterno y por otros lo encuentro breve, no consigo ver nada. Ante mí, todo forma parte de una oscuridad tan solo perturbada por los rugidos.
Quiero preguntarme dónde estoy, pero mi consciencia se halla turbada y apenas soy capaz de mantener el recuerdo de quién soy. Cautivado por fuerzas que me reclaman, me resisto a dejarme llevar por la agradable sensación que emana del olvido, esa que me promete paz. Me resisto porque sé que esa paz es falsa, que se sustenta en renegar de la persona en la que me he convertido.
Aunque me cuesta, lucho contra la oscuridad y el vacío que le da forma, combato contra fuerzas que me trascienden, me niego a rendirme, a dejar a mis compañeros, a sucumbir ante Los Ancestros y abandonar a mis hermanos que me esperan en el pasado.
No he llegado hasta aquí para caer, el futuro no está escrito, el futuro es un sendero que se ramifica en multitud de direcciones, y el mío, aunque tenga que crearlo derramando mucha sangre, me conducirá a la victoria.
Con la dulce caricia del vacío tentándome, susurrándome al oído que el dolor, la angustia y la pena desaparecerán si acepto su llamada, recuerdo las sabias palabras del maestro, las que de vez en cuando repetía, esas que decían que el camino no existe hasta que uno lo ha recorrido. Me concentro, me alejo de la oscuridad que me reclama y parpadeo logrando que la visión retorne a mí.
Poco a poco, los tonos anaranjados y rojizos del cielo van dejando de verse borrosos. Las nubes, que se bañan con esos colores, surcan el cielo girando alrededor de un remolino negro que con su movimiento genera los rugidos que llevo escuchando desde que dejé a atrás mi cuerpo y fui lanzado a este paraje.
Tras unos segundos, en los que recupero mis sentidos y mi mente deja de estar aturdida, me incorporo, me quito la densa capa de arena anaranjada que me cubre el cuerpo y miro a mi alrededor en busca de respuestas.
—¿Qué es este lugar? —suelto un pensamiento en voz alta.
Por unos instantes, permanezco inmóvil observando el paisaje de este mundo. A lo lejos, se elevan montículos de polvo anaranjado que con el viento son movidos de un lugar a otro en una danza de granos que parece no tener fin.
Aunque una potente luz rojiza y anaranjada se propaga por el firmamento tiñendo los bordes del remolino negro que engulle la atmósfera, aunque esa luz oculta la oscuridad del vacío que se halla más allá del mundo, no consigue opacar el tenue brillo de un gran número de estrellas blanquecinas que titilan pareciendo querer trasmitir un mensaje que no logro entender.
—¿Dónde estoy? —Me levanto y siento cómo una cálida brisa me acaricia el cuerpo—. ¿Qué clase de mundo es este?
Antes de que me dé tiempo a volver a preguntarme, escucho una fuerte tos detrás de mí y me doy la vuelta con rapidez. Cuando termino de girarme, veo a un ser que me observa mientras aspira despacio de una gruesa pipa de madera arrugada y barnizada. Sin dejar de fumar, eleva el brazo y señala algo que se halla a mi espalda.
—¿Quién eres? —suelto, ignorando lo que me indica, fijándome en sus ropajes de un rojo apagado, en la gruesa piel marrón y en el cabello y la barba canosa—. ¿Qué eres? —pregunto, viendo cómo golpea la pipa con el pulgar, observando su rostro envejecido y la semejanza que tiene con algún tipo de demonio.
Separa la pipa de los labios, echa el humo y me dice:
—¿Quién soy? Es una pregunta difícil de contestar. —Camina arrastrando el ropaje rojo por la densa capa de arena—. Mi naturaleza es compleja. —Da una calada, se detiene a poco más de un par de metros de mí y vuelve a echar el humo—. Pero no estás aquí por mí, estás por ti. —Baja la mirada, contempla la combustión del material que se quema en la pipa y añade—: Eres una brasa que está a punto de consumirse, un ser antiguo que ha llegado a las puertas del vacío. —Eleva un poco la vista y la centra en mis ojos—. Tu existencia, tu pasado, te ha dado una oportunidad de escapar del reino de olvido que han generado Los Ancestros al corromper al Silencio.
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Los Ancestros del Silencio [La Saga del Silencio parte II]
Fantasi(Continuación de "El Mundo en Silencio") Tras vencer a We'ahthurg y sobrevivir a la destrucción del Mundo Ghuraki, Vagalat se encuentra flotando en el vacío en un estado casi de letargo. Sin apenas poder mover los párpados y los...