La fiesta había transcurrido normal hasta cierto tiempo, hasta que Hoseok vio a Sung; hermano de Lim, acercársele preocupado y con celular en mano.
–Amigo, perdón. – empezó Sung con una mano en su hombro y Hoseok se separó del grupo para prestarle atención. –Pero no encuentro a mi hermana, tal vez se haya ido a casa sin avisarme y mis padres se enojarán si no regresa conmigo ¿entiendes? –
–Claro, no hay problema ¿te irás ahora no? –
Empezaron a caminar a la entrada.
–Sí y disculpas de nuevo por irme así de tu fiesta. – dijo apenado.
Hoseok negó con una sonrisa y abrió su puerta. –No hay problema, agradezco que se hayan tomado el tiempo de venir ¿Ya intentaste llamarle? –
–Sí. – Sung salió y miró a los lados por si viera a su hermana. –Y su celular solo suena para luego mandarme al buzón. –
–Al menos suena, quiere decir que seguro anda con alguien. – le insinuó para quitarle preocupación.
–Pues estará en graves problemas si es así. – le respondió siguiéndole el juego.
Los dos amigos se despidieron y Hoseok lo vio irse de prisa por la calle iluminada solo con farolas públicas.
Mientras en el cuarto de la pareja, Taehyung yacía en una esquina contemplando la vaga silueta de un lobo merodeando su cuarto, escabulléndose por entre las sombras.
–¡Otro brindis por el cumpleañero! –
Gritó uno en lo alto, alzando su vaso lleno de cerveza y Hoseok se giró sonriente y animado por la continuación de su celebración.
–¡Qué esperas! ¿Dónde está el segundo hombre de esta casa? – preguntó Seok Joon, dándole un abrazo por su hombro cuando tuvo a su amigo cerca.
–¡Sí, Ho! ¡Queremos conocerlo más afondo! –
Sus amigos aclamaban por el menor que al recibirlos horas antes, les cayeron agradable.
Taehyung alzó su cabeza de entre el hueco que había hecho entre sus brazos y sus rodillas, oyendo el llamado por él y como los conocidos de su novio lo aclamaban. Sorbió su nariz y escuchó como Hoseok negaba.
–Está descansando, no quiero molestarlo. –
–¡Ya! Solo que venga, conversaremos, a ver si con unas copas suelta algunos secretitos tuyos. –
Los demás vilipendiaron en apoyo.
–¡Oigan! ¡Oigan! Que Taehyung no puede. – había dicho alguien. –Ya que alguien lo dejó agotado. – comentó con clara perversión en su voz.
El grito de algunas chicas se hizo escuchar y las risas de los hombres igualmente. –¡Te nos escapaste! –
–¡Seok es un travieso! –
Taehyung sonrió levemente en su sitio, imaginándose al mayor con un sonrojo en sus mejillas por lo avergonzado que debía estar.
La fiesta transcurrió hasta altas horas de la madrugada, incluso tuvieron que llamar a taxis para que recogieran a los que ya no podían mantenerse en pie.
Hoseok despidió al último y cerró su puerta, encaminándose hacia su cuarto con pasos débiles y tambaleantes. Murmuraba el nombre de Taehyung deseando encamarse con él otra vez. Al abrirlo la luz de la madrugaba amenazaba con colarse entre las cortinas, el cuerpo del menor cubierto por las sábanas.