–Taehyung está en su casa. –
Fue lo único que supo Jin, ahora, estando en el hospital. Se quedó después de la operación que le hicieron a Hoseok. Una plaqueta en el cráneo esperaba que fuera de ayuda para su pronta recuperación. Al menos mantendría su cerebro dentro del cráneo y eso era pedir mucho para la tremenda golpiza que recibió. El doctor ya le había avisado a Jin que si el golpe hubiera sido un poco más arriba de donde fue, Hoseok ahora no estaría con ellos ni con nadie, hubiera pasado a mejor vida. Pero aún no podían decirle cuales serían las secuelas exactas que el cuerpo o la motriz de Hoseok sufriría.
La intriga de no saber dónde estaba Taehyung no le dejó más que faltar al trabajo, sumándole al dinero que tenía que recaudar para la operación. Los chicos le apoyaron otra vez, y Jin se dio cuenta de que ellos no le iban a dar más. Palabras suaves pero la indirecta estaba ahí.
A mediodía, Jin ya había regresado a casa, descansado lo que pudo por un par de horas, luego fue directo a la casa de Taehyung. Tenía que hablar con él, hacerlo entrar en razón, pero la cruda realidad le golpeaba en la cara... ya no podía financiar sus gastos médicos. Con las contradicciones en su cabeza, Jin ya estaba tocando la puerta de la casa.
No parecía haber nadie. –Soy Jin, ábreme. – pidió, mientras tocaba insistentemente. No hubo sonidos, no hubo nada y Jin temió que la información de los policías fuese falsa. Pensó en un último intento, esperando que fuese la solución.
–Hoseok despertó. –
Esas simples palabras hicieron que en menos de un minuto la puerta se abriera, dejando ver a un Taehyung jamás imaginado. –Dios...– solo esas palabras salieron de la boca del mayor.
El castaño salió y miró a los lados en busca de su novio pero no había nadie, solo Jin. Este dio un brinco en su sitio cuando Taehyung le cogió de los brazos, pidiéndole con la mirada que le dijera más sobre Hoseok, sonidos viniendo de su garganta como suplicas. Más la vista de Jin saltaba de sus ojos a su boca. Era peor de lo que se había imaginado.
Una pisada en su pie hizo reaccionar al mayor, Taehyung ya se estaba exasperando y no vio otra alternativa que pisarle, aunque no le afectase mucho pues Taehyung andaba descalzo.
–Despertó, sí. –confirmó Jin después del shock. Taehyung soltándolo y queriendo sonreír pero sentía como si su rostro estuviera cubierto de cemento. Dio pasos atrás para que Jin entrara y le contara más. Fue corriendo al cuarto mientras Jin cerraba la puerta, dubitativo si debía dejarla abierta, pues no iba a negar que el menor le daba miedo.
Caminó lento hasta el sofá pero no se sentó, como si su cuerpo le pidiera estar alerta.
Taehyung apareció de nuevo trotando con libreta en mano y un plumón. Escribía mientras caminaba, tendiéndole luego al mayor.
–¿Cuándo viene? – leyó. Jin tragó duro, ¿cómo mantendría su mentira? Y al levantar la mirada, la falsa sonrisa cicatrizada en el rostro del menor le escarapelaba el cuerpo. Su vista se demoró tanto en su rostro que Taehyung se dio cuenta.
Incómodo, se giró bruscamente para darle la espalda. Hizo un sonido con su garganta para que sonara a orden, haciendo que Jin retrocediera un paso.
–Pronto. – logró decir Jin.
Pero eso no le bastaba al menor.
El castaño retrocedió tan rápido que Jin apenas vio la mano del menor sujetando el cuello de su remera. Apenas ladeado, Taehyung trataba de formular palabras con su boca, el pegamento natural de su cuerpo abriéndose a penas, cicatrices rompiéndose, los hilos en su boca sirviendo como rejas.